La nueva peste europea

Este blog habitualmente se dedica más a temas políticos que a otras cosas. Sin embargo, no puedo dejar de contarles mi experiencia aeroportuaria, por llamarla de alguna manera.

Debo tener – sé que la tengo – una cara de póquer digna de la Serie Mundial de ídem. Mi amigo pollo y mi amigo Jorge ya me lo hacían saber en múltiples ocasiones. Me llamaban inexpresivo. Bueno, pollo tambien me decía Figaredo, como el oso de Los Muppets (los Teleñecos en España), porque aseguraba que mi risa era exacta a la del mencionado títere.

Esa cara de póquer o cara indescifrable me ha servido no pocas veces para eludir, en los aeropuertos y otros sitios, a vendedores inoportunos. Esa cara y mi tipo caucásico. El que se dirijan a mi invariablemente en inglés me deja claro que no les parezco muy latino que digamos. Pero así puedo disimular que no les entiendo.

Lo mismo pasa en la puerta de embarque.Todo el tiempo en inglés a menos que yo hable primero. En ese caso creo que también tiene que ver con mi pasaporte de la Unia Europejska. Pero es interesante que presupongan y asuman mi ignorancia del español.

Subí al avión de Lufthansa rumbo a Múnich. Algunos «avispados» dicen Munchen, así, con la ch bien sonora. Si no también dicen Munic o Múnijg, pronunciando en un supuesto alemán el nombre castellano de esa ciudad. Puro postureo, como llamar a Pekín Beijing: postureo.

Como decía, entré al avión y fue como entrar a un banco de niebla. Sólo que la niebla no era visual, sino aromática. Creo que aroma es una palabra demasiado benévola para el enrarecido aire que se respiraba en la cabina de pasajeros. Es un tópico en América latina, pero un lugar común absolutamente verídico, que algunos europeos no son precisamente cuidadosos con el cuidado personal en lo que se refiere a su olor corporal. Sea por una excusa ecologista, sea por connotaciones sexuales, sea por simple falta de higiene. 

El asunto del mal olor es tan o más desagradable que el ruido o la mala educación. Es más contaminante, pero no hay campaña contra eso. Bastante más desagradable, inoportuno y chocante. Ahora mismo a mi alrededor, incluyendo mi compañero de fila de asientos, quien va en chanclas, hay una mezcla de almizcle, sudor rancio, halitosis, pies hediondos y hedor fecal, que funcionaría perfectamente como proemético. Para que algunos lo capten: pecuso. 

Entiendo que puedas tener una emergencia y no tengas tiempo de ducharte. Esto de aquí no tiene que ver con eso. Algunos no es que no hayan accedido a una ducha hoy. Es que hace más de una semana que no saben lo que es agua ni mucho menos jabón. 

Hay encuestas publicadas que revelan que hay gente que no se ducha ni siquiera cada semana. Así que no partimos de un impresión, sino de una certeza. 

Hace 40 años comprendía que las gentes de europa del este, detrás de la cortina de hierro confiara tan solo en el jabón, porque simplemente no tenían acceso a otros productos de higiene. Era una simple cuestión de disponibilidad. Quizás llegue a comprender que a alguno le aumente la libido el aroma almizclado de su pareja. 

Pero a mi no me pone, qué quieren que les diga. La falta de respeto tampoco. 

Y mi cara de póquer está a punto de claudicar.

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