Algo de USA

No he vivido en Estados Unidos, así que no soy una autoridad, pero su influencia, sobre todo en la Venezuela de antes de 1998, es clara y abundante. De alguna manera, puedo entender la forma de actuar de esa sociedad.

No creo que sea el país más hostil con los latinos o cualquier otro grupo étnico o social. No creo que sea especialmente reacio a la inmigración, aunque los sesgos mediáticos así lo hagan ver. Todos los días arriba una ingente cantidad de personas solas, familias, parejas, con el objetivo de iniciar una nueva vida en ese país.

Muchos individuos planean o desean establecerse temporal o definitivamente en los Estados Unidos. Evidentemente es un destino atractivo, en cuya elección pesan más las virtudes y cualidades que los defectos de esa nación.

Desgraciados y malvados hay en todas partes. No es un producto exclusivo de la sociedad americana (estadounidense, para los sensibles del gentilicio). También hay mucha gente solidaria, hospitalaria, generosa, así como mayorías indiferentes. Hay otros que se aprovechan de una forma de actuar como de otras.

Podríamos escribir ensayos sobre la actitud racista, xenófoba, indiferente o excluyente en otras sociedades, como la venezolana. Alguna vez se decía en Venezuela que “colombiano que no la caga a la entrada, la caga a la salida”. En España, hay quien llama a los latinos, “panchitos”. Ahora mismo, los venezolanos migran a montones a países de Sudamérica, a los que ni por asomo se les hubiera ocurrido viajar hace 30 o 40 años.

Algunos perciben xenofobia o racismo.

La ignorancia se extiende. Ninguna sociedad está libre de esa peste. Algunas sociedades la han asumido como parte de su formación, al elegir corrientes políticas que priman sacrificar la educación, aunque manifiesten que su intención es la mejor en ese y otros aspectos. Las consecuencias de ignorar la historia por un déficit educativo, son evidentes a mediano y largo plazo.

Estados Unidos, por ejemplo, es un país formado por inmigrantes. Las mejores ideas, los mayores logros de esa sociedad han venido de la prevalencia de los sentimientos de solidaridad, cooperación y promoción de la calidad. De permitir que en su seno se asentara y asiente gente válida de todo el mundo, , sin dar importancia a la procedencia de los individuos acogidos.

Los grupos migrantes tienden a conformar ghetos. Tienden a la autoprotección como colectivo, ante peligros y riesgos, imaginarios, percibidos o reales. Las poblaciones receptoras tienden también a percibir al inmigrante como una amenaza.

Los liderazgos locales o grupales, formales o sobrevenidos, son capaces de dirigir estos sentimientos de una manera equivocada y errónea de afrontar estos retos que supone el encuentro de culturas.

No creo que ningún colectivo o grupo o individuo tenga que postrarse física o políticamente ante otro, pero sí me parece que debería haber unos mínimos de conducta proactiva en los inmigrantes, y en los neoaborígenes, en aras de la adaptación y la transformación de las actitudes.

Deja un comentario