El talento y los países emergentes

Es un lugar común encontrar en el discurso de formadores de opinión, líderes, empresarios, emprendedores y, cómo no, políticos en general, la aseveración que no ofrece dudas de que en su respectivo país, región, autonomía, estado o provincia «hay mucho talento«. Pasa con muchísima frecuencia en países ahora llamados emergentes de manera eufemística – los mismos que antes se llamaban subdesarrollados y luego se denominaron «en vías de desarrollo».
Ese tópico, que casi es desideratum, provoca en los oyentes, lectores y entrevistadores, exacerbaciones del orgullo patrio. Es evidente que el potencial existe, sólo hay que explotarlo, hacerlo surgir. Sólo es necesario combinar de manera adecuada los elementos de la receta, del cocido, para que tengamos un plato exquisito y competidor en las grandes mesas del desarrollo y la vanguardia internacionales.
Talento, lo que se dice talento, es, según la fabulosa y práctica Wikipedia, «la capacidad para desempeñar o ejercer una actividad. Se puede considerar como un potencial. Lo es en el sentido de que una persona dispone de una serie de características; que pueden llegar a desarrollarse en función de diversas variables que se pueda encontrar en su desempeño«. Como vemos, equivale a potencial o aptitud de una persona. Tendrá consecuencias en su desempeño futuro, o no, según se sepa cultivar y desarrollar. O simplemente se perderá si no se expresan temporalmente las condiciones necesarias para que surja y se utilice esa aptitud.
La hinchazón que produce la frase: «hay mucho talento» proviene, me temo, del hecho de creernos o enterarnos de que no somos minusválidos mentales como conglomerado humano unido por territorio, creencias, principios, idioma e historia.
Lamentablemente hay que toparse con la realidad y entender que talento hay en todos lados. En general es poco probable que un pueblo sea especial sólo por tener talento, es decir, sólo por tener potencial.
Si hay alguna frase útil, provechosa y esclarecedora entre tantos «pensamientos de Bolívar» es aquella que dice: «El talento sin probidad es un azote«. En el caso de ciertos pueblos probidad ya hay o había poca, y la poca que queda o quedaba se la cargarán o cargaron ciertos gobiernos, autoridades o líderes iluminados y de escasa formación. La esperanza de países o pueblos así es escasa.