A propósito de plagios

En mi primer año de bachillerato, el cuarto año de secundaria, o primero del llamado «ciclo diversificado», nuestra profesora de Historia Contemporánea, muy de vanguardia, nos propuso: «Puedo ofrecerles seguir el programa de la asignatura de manera clásica, o podemos hacer otra cosa». La «otra cosa» consistía en escoger a uno de los líderes históricos del país y analizar de manera crítica su repercusión en la vida nacional.

No fue una tesis, porque no era el objetivo. Fue más bien una monografía. El método difería ligeramente del propio de este tipo de abordajes. No definimos hipótesis ni objetivos.

Buscamos toda la información posible a la que teníamos acceso en fuentes serias. Fue nuestro primer contacto con la manera de elaborar una obra de este tipo, a nuestro nivel de bachillerato y de novatos.

Sin ordenadores o computadoras, solo con acceso a bibliotecas locales y escolares, cada semana teníamos que presentar nuestro análisis ante todos nuestros compañeros. Recogíamos una cita en una ficha, de cartulina, y luego escribíamos nuestro análisis.

Cuando nuestra profesora lo creyó oportuno, juntamos toda esa información, y redactamos un trabajo que tuvo una extensión de unas 50 páginas.

La verdad es que quedamos bastante satisfechos. Teníamos entre 15 y 16 años. Nuestra excelente profesora y tutora, vigiló estrictamente que las monografías fueran originales. Con los lógicos defectos de estilo propios de lo novatos que éramos, el plagio ni siquiera asomó.

El plagio implica la apropiación ilegal o no autorizada de una idea, o el uso de partes fundamentales de una obra de otro autor, para conformar estructuralmente una nueva obra.

Copiar es parte del plagio. Que unos críos de 15 o 16 años sean capaces de producir una obra original, con las dificultades de redacción y análisis que conlleva, pone en perspectiva el hecho de que profesionales que aspiren al título de máster o doctor, sean capaces de hurtar ideas, estructuras o grandes fragmentos de obras de otras personas.

En América Latina, plagio también es sinónimo de secuestro. Al secuestrado se le llama plagiado, y los secuestradores son llamados plagiarios. En pocas palabras, un plagio en el mundo de la creación, es un secuestro. Es el secuestro de una idea o de una obra.

Dice mucho de la condición moral y ética del plagiario. Un personaje así, en síntesis, mintió. No es muy sólida, entonces, su condición moral para ejercer cualquier función, pero menos aún para la función política.

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