Las puertas de urgencias ¿abiertas para todos?

Las puertas de las salas de urgencias o de emergencias están permanente abiertas. Es una política pública difundida a un ámbito casi mundial ofrecer el servicio de emergencias o urgencias sin discriminación de ningún tipo. La urgencia médica como su nombre lo indica es una condición que requiere una atención y solución perentoria, que no deberían estar limitadas por la solvencia económica del demandante o usuario. No debería existir una limitante financiera en casos de verdadera urgencia.

Esta política se basa principalmente en un factor que, a falta de una mejor denominación, llamaremos compasión. Representa los más altos valores de nuestra cultura, pero también la falta de capacidad de los líderes políticos, administradores o gestores, traducida además en la mayor fuente y demostración de demagogia. Fundados en esa supuesta compasión se reparte «bondad» indiscriminadamente y sin suplir de manera adecuada los servicios o hipertrofiándolos sin necesidad.

Es evidente la inversión de valores en la sociedad occidental, en la que es más importante el último dispositivo tecnológico, el acceso a los más costosos elementos cosméticos personales o la ostentación de marcas y el consumo de drogas, ilegales o no, o el consumo de licor caro. Para este tipo de gastos parece no haber límite. Se aprecian como una prioridad sobre otros que deberían estar en el punto más alto de la escala.

Pacientes que hacen uso del servicio de salud, que llevan tatuajes o piercings caros, teléfonos celulares o smartphones costosos, o depilaciones y bronceados por los que pagan sin remilgos, pero que se escandalizan porque tienen que pagar por un medicamento que con bastante probabilidad les salvará la vida a corto o largo plazo. Para mí siempre ha sido motivo de perplejidad oir a una persona quejarse porque tiene que pagar por su anti-hipertensivo pero el sábado anterior gastó 10 veces más en whiskie escocés, drogas o ropa de marca.

El concepto de pobreza y necesidad ha cambiado a través del tiempo. Los ciudadanos no son minusválidos mentales que requieren protección permanente ante las imaginarias amenazas a su desarrollo personal y social. Es cierto también que los conceptos de pobreza y el de pobreza extrema son variables y diferentes entre países y momentos.

Por supuesto establecer límites y criterios de selección, sistemas de triaje (selección) que optimicen el uso de recursos limitados que tienden a ser sobreutilizados, es una tarea compleja que desdeñan los gestores y políticos por el riesgo que supone para ellos ofrecer servicios de acuerdo a las necesidades y no a los deseos.