Cualquiera escribe chorradas sobre lo que se le ocurre es la explicación para un problema de comunicación con sus pacientes y ya es citado, seguido y comentado.
Plantear que la queja de la falta de información a los pacientes-usuarios es debida a que el paciente esta muy informado a priori y por tanto exige más, es sostener y reforzar la paranoia de los proveedores sanitarios y la actitud defensiva.
Es cierto que la ley española garantiza la autonomía del paciente y contempla los derechos y obligaciones con respecto a la información y documentación médica. Sin embargo, no existe realmente una actitud demandante en la mayoría de los usuarios de los servicios de urgencias.
En general lo que sí demandan los pacientes y familiares es la solución a sus problemas, cosa por demás obvia, que para eso asisten o son enviados – muchas veces incompletamente asesorados – a los servicios de urgencias.
Persiste, sin embargo, la asimetría de información en la relación médico-paciente, como ya planteé en otro post. Es una consecuencia lógica de la experiencia, profesionalización y experticia del proveedor sobre el usuario, por mucho que este último se embuta conocimientos desde libros, o se adentré en la jungla de Google.
No es necesario justificar la falta de habilidades comunicativas de los médicos y enfermeras con la excusa del «notorio» avance de cultura de la población que asiste a los servicios de salud.
La queja de la gente no es porque exige estudios, pruebas o tratamientos que encuentra en medios de comunicación, internet o algún vecino bien intencionado. Es cierto que algunos usuarios-pacientes llegan pidiéndolos o en el mejor de los casos, planteándolo como sugerencia o posibilidad. La disconformidad del usuario es debida a que su médico(a) ha sido incapaz de explicarse y hacerle entender las opciones diagnósticas, terapéuticas, y evolutivas de su problema.
No creo que aún podamos endilgarle al paciente nuestra propia falta de comunicación.
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