¿Evidencia o experiencia?

El proceso de diagnóstico clínico es el resultado de la elaboración, sedimentación, depuración y decantación de múltiples fuentes e ingredientes en forma de datos e información. Estos datos provienen de toda la formación reglada incluyendo la básica y secundaria, por supuesto la profesional y también la informal. También participan la base moral, de valores y principios.
Gran parte de la formación médica está basada en la integración de esa educación formal con los aportes de la experiencia y capacidad de transmisión de individuos, grupos y sociedades científicas dentro de los que se involucra el estudiante. Hablo de la inmersión del estudiante de medicina y del médico en postgrado en los diversas prácticas clínicas y quirúrgicas.
Como actividad humana a través de la historia es una condición inherente a la medicina el constante aprendizaje y la constante enseñanza a discípulos, tal que la fuente primaria de información y conocimientos es la experiencia y la sabiduría de los maestros, así como la práctica permanente tanto de las maniobras clínicas, como de los actos médicos atendiendo a sus consecuencias y a las posibles variantes. En este contexto siempre se ha confiado en el buen hacer y en el sentido común, procurando a su vez la mejor formación profesional.
Sin embargo, la subjetividad inherente al juicio clínico profesional humano conlleva riesgos evidentes de sesgo. En razón de esto se promueve constantemente la búsqueda de la objetividad en el origen de los conocimientos, la eliminación del sesgo y del azar, así como la minimización del empirismo con el fin de lograr bases sólidas probadas para las estrategias diagnósticas y de manejo de las patologías. Es lo que se conoce como medicina basada en evidencias, es decir, en pruebas.
No obstante la evidencia científica es imperfecta porque la atención médica diagnóstica y terapéutica es un proceso complejo de interacción de múltiples factores que impide obtener conclusiones absolutas en la mayoría de los casos. En este terreno interviene entonces el componente que muchos denominan el arte de la medicina, o la pericia proporcionada por años de formación.
A algunos les molesta la exigencia de respaldo científico para sus decisiones, posiblemente porque eso significa un esfuerzo adicional, y se escudan en que es suficiente su background, su larga educación previa de la cual es producto su proceso de decisiones.
Es un punto de vista interesante, pero no deja de tener francas debilidades, porque es difícil descartar la objetividad en pro de la subjetividad del juicio dependiente de la memoria, la experiencia, el humor o la personalidad.