Para el que no se haya enterado, desde hace varios años, probablemente más de una década y con el advenimiento de la web 2.0, en coincidencia con el acceso creciente a fuentes de información, se ha propuesto una especie de horizontalización de la relación médico-paciente. Ésta, que era paradigmática de la jerarquización caracterizada por una supuesta reserva de la toma de decisiones en el proceso de atención médica en favor del agente poseedor del conocimiento, habilidades, destrezas y sabiduría, ahora se transforma en una condición de estructura cooperativa entre médico, paciente y relacionados, en la que todos estos elementos participarían con pesos específicos en esa atención, así como de sus consecuencias.
Se ha propugnado la modalidad denominada empoderamiento, en general definido como una forma de involucrar al grupo supuestamente minusválido en términos de poder o debilidad, según se vea, para conferirle precisamente el potencial de participar de manera activa en la toma de decisiones del proceso de atención.
El empoderamiento parece una condición ideal, en tanto que permitiría que el afectado por una condición, una enfermedad, un padecimiento, participe activamente en todas las etapas de atención; participación que tendría como consecuencia una mayor comprensión del propio problema y un potencial resultado favorable. Los promotores de esta iniciativa sostienen que un individuo o un grupo de pacientes más activo evolucionarán de manera más favorable, porque la colectivización, la implicación y la transferencia de vivencias y experiencias enriquecerían a su vez el conocimiento de la enfermedad y las formas de enfrentarla. Este fenómeno es particularmente evidente en algunas enfermedades crónicas como la esclerosis lateral amiotrófica, que cuenta con una gran red social virtual.
En este ejemplo, la participación de escala mundial que significa la red social virtual ha permitido a los pacientes y afectados indirectos entender y probar opciones terapéuticas, descartar otras, en períodos más cortos que los acostumbrados o tradicionales. La velocidad de los tests en el terreno, de la información en la web, transmitidos a través de esta red ciudadana de interesados, sobrepasan el ahora paquidérmico movimiento de los ensayos controlados, los estudios de evolución natural, las cohortes o las series de casos y controles.
No se trata simplemente de desconocer el rigor científico, sino de trasladar y obtener conocimiento del mundo real sobre problemas reales, en situaciones que se ajustan a la realidad.
Sin embargo, la excesiva democratización del conocimiento, acelerada y potenciada por el acceso a la WWW, induce a muchos teóricos a creer que ambos componentes de la relación médico-paciente tienen igual capacidad para tomar decisiones en eventos de variable severidad y consecuencia.
No es necesario entrar en la arena de la obvia subjetividad, ni decir que por mucho protocolo, guidelines o metanálisis, la medicina todavía es ejercida por seres humanos sobre seres humanos, y que hay un punto, se llame como se quiera: Gestalt, ojo clínico, etc, que no está al alcance de ordenadores o algoritmos.
Es necesario enfatizar y por tanto recordar que la comunicación es necesaria. El médico debe procurar hacerse entender en especial en aquellas situaciones en que la vida (el estilo de vida o el pronóstico de vida) se alterará de manera significativa.
Es posible que el alto peso que tiene la medicina pública, la despersonalización de la atención, la consideración por parte de los gestores de que el trabajo médico es igualitario sin tomar en cuenta la mayor o menor calidad, preparación, edad, experiencia o destrezas que tenga cada profesional, influyan en la falta de empatía o, para decirlo en términos no profesionales, la falta de arte, la ausencia de «afecto» en el manejo de las relaciones con el paciente, cosa que sin embargo no constituye excusa para esa carencia.
No obstante el asunto aquí es que, al contrario de lo que proponen algunos «teóricos», siempre hay que tener en cuenta que esa complementaridad o igualdad de condiciones entre médico y paciente es imposible porque existe claramente una asimetría de información, brecha que es imposible cerrar aunque las condiciones de acceso y adquisición de conocimiento por parte del paciente cambiaran.
Comentarios
Una respuesta a «el empoderamiento en medicina»
[…] embargo, la asimetría de información en la relación médico-paciente, como ya plantee en otro post. Es una consecuencia lógica de la experiencia, profesionalización y experticia del proveedor […]