El virus de ébola ha desencadenado un brote en el África occidental desde hace pocos meses, que ha sido extraordinario por la magnitud de la extensión demográfica y geográfica afectada. Un factor adicional que ha aumentado el impacto de este brote sobre otros que han ocurrido desde que se conoce la existencia significativa del virus, es decir, desde 1976 es la llegada del virus al primer mundo.
El río Ébola discurre por el norte de la República Democrática del Congo, antiguamente conocida como Zaire, donde por primera vez se identificó la enfermedad del Ébola en el año mencionado. El caso cero fue identificado en una pequeña ciudad de Zaire, Yambuku, en donde una monja misionera belga que atendía en el hospital de esa ciudad fue infectada por el virus y sus muestras de sangre enviadas a Bélgica mostraban su presencia.
El brote actual está presente en Guinea Conakry, Sierra Leona, y Liberia.
El brote actual de enfermedad por virus Ébola, que forma parte del grupo genérico de enfermedades virales febriles hemorrágicas, tiene ya 10 meses activo y ha afectado a más personas que en los años anteriores. Para octubre de 2014, más de 8000 infectados con más de 4000 muertes, mostrando una letalidad del 50%. Es fácil interpretar que uno de cada 2 infectados fallece por efecto del virus.
El añadido de este brote que ya en sí mismo es el más letal y extendido, es que personal sanitario de origen europeo y americano ha caído víctima del mismo, pero además algunos enfermos han sido trasladados a sus países de origen en amplios y complicados operativos de repatriación y hospitalización, trasladando una fuente potencial de contagio al propio territorio de países como Alemania, Noruega, España o Estados Unidos. Al menos un profesional tratante de estos casos se ha contagiado y otra enfermera también lo ha hecho a partir de un paciente – caso que arribó a Estados Unidos como el primer caso importado a territorio fuera de África.
El virus, como muchos, requiere la reproducción intracelular, y su vida fuera del organismo hospedero persiste en secreciones, fluidos corporales o restos humanos por poco tiempo, pero lo suficiente para contagiar rápidamente a quien entre en contacto con estos productos. El virus sólo se transmite por el contacto directo con fluidos corporales. No hay transmisión demostrada a través del aire.
Polémica sobre el brote de ébola
Hay varios asuntos relacionados con este brote en particular que han desatado fuertes discusiones y polémicas, tanto en medios como en redes sociales.
- La indiferencia internacional a la magnitud del brote africano en 2014, en el que las medidas de contención han fallado y en el que además la OMS declaró la emergencia sólo cuando el brote alcanzó los mil fallecidos. Es probable que desde el punto de vista técnico la OMS tenga razón, pues siempre se ha considerado que la elevada letalidad del virus, especialmente la cepa actual zaire-ebolavirus, sirve de contención a la diseminación incontrolable de la enfermedad. Es lo que ha permitido que antes de 2014 sólo hubiera 1730 muertes desde 1976. Pero también es el mismo factor limitante para el uso del virus Ébola como arma biológica. El número R0 (número básico de reproducción) del virus es de 1,2 a 1,9, que quiere decir que un paciente infectado sólo contagiará a un máximo de 1,9 pacientes. Este número es muy bajo si se compara con la gripe A, el sarampión, el SARS o el HIV.
- La ausencia de vacuna o inmunización es un factor limitante fundamental. Sin embargo parece notarse una aceleración en el esfuerzo de laboratorios farmacéuticos e instituciones de investigación en la búsqueda de una vacuna y de opciones terapéuticas contra el Ébola. La polémica está en las razones de este bust. ¿Es debido a la magnitud del brote, al peligro de su extensión al primer mundo o al contagio de personal occidental no africano? Se ha probado y usado fármacos en fase experimental que habitualmente no se permiten en humanos. Han tenido éxito parcial.
- El traslado de estos pacientes «occidentales» a sus países de origen. Evidentemente constituyen un factor de aumento significativo de riesgo para la población general, aunque se tomen todas las medidas de protección. Los casos prácticos en Estados Unidos y en España lo confirman.
- Los protocolos aplicados en los diferentes países que han recibido pacientes provenientes de la zona africana afectada por la epidemia para proteger al personal, y los protocolos aplicados para proteger al personal una vez que ha habido un contagio. Esto incluye la idoneidad de las instalaciones, infraestructura, personal y equipo de protección. Mucha de la polémica tiene que ver con el tipo de protección facial, el entrenamiento para usar los trajes de protección y la necesidad de áreas intrahospitalarias adecuadas para el cambio de vestimenta.
- Afortunadamente el virus Ébola no se transmite por aire, por lo que la posibilidad de contagio por esa vía está ausente. La distancia parece ser suficiente, pero la posibilidad de contacto directo con el enfermo o con sus fluidos siempre existe por lo que es necesaria la protección corporal.
- Las diferencias en la respuesta ante la aparición de un caso por contagio entre España y Estados Unidos. La respuesta estadounidense fue más rápida en cuanto a disparo de alarmas, traslado de la paciente al hospital adecuado y tiempo de respuesta. También es cierto que la experiencia española ya era conocida por los americanos y eso sesga cualquier comparación.
- La falla de protocolo: El hecho del contagio de la enfermera española, que se atribuye presuntamente a un probable descuido, a un contacto inadvertido, o a una falla de protocolo, implica que el cuidado extremo es necesario. Un video de del Hospital de la Vall d’Hebron de Barcelona, grabado con fines instructivos, se aprecia como en los minutos 11:08 y 11:11 hay una inadvertida «ruptura del protocolo» cuando el instructor o vigilante toca al protegido y el mismo profesional protegido se toca la cara y el cabello. No parecen reparar en ello porque el video se ha difundido sin edición.
Sin duda queda todavía mucho esfuerzo por hacer para controlar esta epidemia que amenaza con su extensión, pero que requiere bastante sentido común de medios y autoridades.