Ébola en el primer mundo

Llegó el ébola al primer mundo. Se dice que ha sido gracias a la soberbia y a la prepotencia, pero también a la exagerada solidaridad mal entendida, hemos traído dos casos a España, así como a Noruega, a Estados Unidos y a Alemania. Ahora mismo una de las personas que atendió a los dos pacientes en España se ha contagiado y padece la casi letal enfermedad, presumiblemente por una falla en el protocolo aplicado.

Las cuestiones que surgen ahora, a raíz de este contagio español y sus riesgos, tienen que ver con la necesidad de activar un operativo tan complejo para el traslado de estos pacientes, preparar y poner en funcionamiento la estructura de atención de los mismos, la potencial exposición del personal especializado y calificado como de la población en general a una fuente del virus, o la capacidad, idoneidad, y fiabilidad del sistema para atender este tipo de problemas.

Uno de los hechos que llama la atención en todo este sainete mundial es que no es un sólo país al que pueda presumirse como irresponsable el involucrado en el asunto, sino que varios han llevado a cabo repatriaciones para tratamiento, por lo que en principio parece difícil suponer imprudencia simple o incluso hasta estupidez de la dirigencia de un país en particular que ha decidido estos traslados. Incluso la opinión pública ha supuesto que al menos Estados Unidos tiene intereses estratégicos sobre los meramente solidarios o clásicamente protectores de sus ciudadanos en el extranjero. Es decir, los EEUU querrían tener disponibles cepas virales de Ébola adquiridas directamente de la fuente con todo su potencial infeccioso, virulento y letal, así como investigar sobre las posibles terapias a aplicar contra un agente biológico terrible. Suena a conspiración pero no sería raro en función de uno o varios objetivos de salud pública.

virus ébola

Es otro planteamiento el que también presupone un punto de soberbia y «envidia», atribuyendo a una actitud de imitación del gran hermano americano, el que estados tan desarrollados como EEUU pretendan hacer lo mismo, en una suerte de intento de demostración de tanta capacidad como aquel o incluso más.

La sanidad pública

Es indudable que los países desarrollados poseen una estructura sanitaria pública, entendida como aquellos servicios que permiten el crecimiento y desenvolvimiento de una población en un ambiente seguro y sano, de un nivel claramente más elevado que el que existe en cualquiera de los países del tercer mundo. Por tanto, las condiciones para manejar enfermedades infectocontagiosas son mejores, permitiendo incluso la ausencia de algunas de estas así como su control. La desmejora de estos servicios permite que este tipo de enfermedades surjan o reaparezcan, tanto desde dentro como por importación de casos. De la misma manera la estructura sanitaria ordenada, protocolizada, estandarizada y potente que existe en estos países, tanto por la preparación profesional como por la disponibilidad de recursos, así como por la constante investigación y transferencia de conocimientos, hace posible afrontar con menor o mayor éxito desafíos de diverso tipo.

 

paciente ébola

 

No obstante, el cuestionamiento principal está en determinar la real necesidad y justificación de trasladar un foco infeccioso «0 u origen» a un ambiente «virgen» para esa patología.

Afrontar con seriedad y capacidad de revisión un problema de tal envergadura implica también profesionalismo a todo nivel, incluyendo el comunicacional. Seriedad e información son fundamentales. Esto incluye tener en cuenta las eventualidades de probabilidad más ínfima dado el alto riesgo que conlleva manejar un problema como éste. Es posible que haya demasiado alarmismo, demasiado postureo y algún aprovechamiento del desconocimiento y la perplejidad, así como de la tendencia al fatalismo que puede subyacer en una población mal informada o influenciada por fuentes comunicacionales múltiples y de dispar calidad.

Es difícil creer que un país, y por tanto su sistema sanitario, que es capaz de ser líder mundial en trasplantes de todo tipo, que realiza investigación de primer nivel, es capaz de ofrecer a sus ciudadanos alta tecnología en el cuidado de diversas patologías, agudas y crónicas, ser autoridad mundial en oncología, medicina respiratoria o cardiología no tenga los recursos o la capacidad de desarrollar y poner en marcha las mejores prácticas para la atención de problemas sanitarios de alto riesgo. Otra cosa es que deba hacerlo, pero ahora que ya estos países, y especialmente España, están metidos en el problema tendrán que tomar el toro por los cuernos y afrontar el desafío, así como prever los potenciales derroteros del mismo.

Los esfuerzos del primer mundo

Por supuesto queda mencionar que la presencia de este virus con sus consecuencias formidables en el primer mundo despertará la iniciativa industrial farmacéutica y estimulará la investigación y desarrollo de opciones terapéuticas y profilácticas que antes no despertó la amplia afectación de una de las zonas más deprimidas del mundo. Algo de hipocresía, egoísmo y negocio también hay.


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