En medicina, en años recientes, se ha puesto en práctica cada vez con más frecuencia el denominar enfermedades y síndromes con el adjetivo de condición o condiciones. Es costumbre ahora, en época de existencia de estados médicos agudos y crónicos difíciles de incluir en cualquier entidad o síndrome. Imagino que gran parte del asunto radica en el hecho de las múltiples enfermedades, alteraciones metabólicas, etc, que no tienen una expresión fenotípica exterior evidente, y que se manifiestan a través de alteraciones celulares, moleculares y metabólicas.
En una entrada reciente en kevinMD.com, el Dr. Christopher Johnson comenta sobre la idea de ponerle nombre a la enfermedad o condición médica particular que padece un paciente al que se está tratando. A lo que se refiere es al tema de diagnosticar cuanto antes o incluso denominar el problema para caracterizarlo y dominarlo.
Al parecer hay un componente ancestral en esta actitud. Un enfoque folclórico que se relaciona con el pensamiento de que conocer el nombre de algo, nombrarlo, permite o proporciona dominio sobre esa entidad.
Poner por escrito esto, que a primera vista parece frívolo, permite pensar un poco más en profundidad sobre la actitud de un médico ante un problema específico. Evidentemente el diagnóstico apropiado conlleva o debería llevar al manejo apropiado del problema médico. Además ofrece también tranquilidad y confianza al paciente y a su entorno.
Hay múltiples ejemplos del caso, obvios en la práctica diaria, desde los más simples a los más complejos. Obvios porque desde el catarro más simple o la situación más compleja, la orientación diagnóstica permite dirigir el tratamiento o la atención de ese paciente.
En la cultura anglosajona el cuento de Rumpelstiltskin es conocido por el duende o gnomo que a cambio de favores, mantiene una relación de dominio sobre una doncella, quien finalmente rompe el trato con el duende al conocer el nombre del mismo. En este caso se ejemplifica el control de la situación derivado del conocimiento de un nombre.
Por supuesto, conocer el nombre del padecimiento, de la condición, es el primer paso para establecer el manejo y tratamiento óptimo.
Saber el nombre de una condición médica
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