Las relaciones entre personas que conforman grupos para desarrollar actividades complejas tienen múltiples expresiones en relación con la delimitación del estado jerárquico y el manejo que de ellas hace el líder, jefe o director del grupo.
En el sistema médico ocurre con frecuencia este tipo de asociación, casi siempre en el ámbito público. En el sistema de medicina privada, por lo general, el abordaje es individual y cuando ocurre la asociación entre colegas, la relación jerárquica es horizontal, que es la nueva manera de clasificar a la asociación entre iguales para un fin.
Un grupo profesional calificado, como el que concurre en diversas áreas de la atención médica pública, requiere una aproximación cuidadosa desde el punto de vista del liderazgo. Efectivamente hablamos de un personal no solo calificado sino de alta graduación, con formación de cuarto nivel y con aspiraciones profesionales permanentes y de largo alcance.
Es un tipo de individuo, el que conforma estos grupos, que tiene el potencial casi innato de convertirse en líder. La actitud de líder Es casi parte de su genoma, de su estructura mental interna y personalista. Son menos los gregarios, o esa «cualidad» esta opacada, muchas veces intencionalmente. El gregarismo tiende a ser apartado de la actitud y formación médica porque se entiende, y es bueno que sea así, que el médico debe ser líder y modelo, con el objetivo constante en la práctica clínica de tomar la decisión correcta en el momento adecuado. Es una característica si se quiere inhibida de manera activa, si cabe la paradoja.
En las instituciones, hospitales, «Servicios», Unidades, sin embargo, se tiende a la organización colegiada, en el sentido de ese tipo de conformación que significa corporación. Es decir, agrupamiento profesional uni o multidisciplinario, para aunar esfuerzos, conocimientos y actitudes ante uno o varios problemas del ámbito que cubre su praxis. Aunque no es inicialmente visible, o considerado, la colegiación o incorporación en grupos de trabajo puede determinar tensiones y enfrentamientos, choques y fricciones. Es evidente que el líder del grupo debe tener aptitudes para manejar este tipo de relaciones de alta inestabilidad potencial. Pero además, es difícil encontrar y lograr un grupo de profesionales homogéneo desde el punto de vista de su calidad. Es decir, alcanzar niveles de experiencia y profesionalidad (preparación, formación y destrezas) aproximadamente iguales. Tampoco es que éste sea un objetivo al menos primordial en la selección de personal. Así podemos encontrar en un mismo cuerpo colegiado individuos de reciente salida al mercado profesional, con poca experiencia más allá de la que ofrece la formación de postgrado médico, y profesionales de larga experiencia, que han recibido formación adicional, y han alcanzado méritos profesionales y ascendencia.
El líder o director de este grupo colegiado, dentro de sus cualidades debería tener la suficiente capacidad para manejar este tipo de relaciones, evitando los roces y facilitando el respeto entre colegas. La falta de control sobre este aspecto induce a la pérdida de moral del grupo, en especial de los individuos que han ganado experiencia, y conduce a que los inexpertos tiendan a violar los códigos de interacción tácitos, así como a cometer errores no reconocidos y a asumir posturas inapropiadas en la relación con el grupo.
La pérdida de fuerza moral llevará a corto plazo a falta de compromiso por parte de unos y a exceso de confianza entre los otros, los menos experimentados o más recientemente ingresados al área profesional y especializada.
Las relaciones intragrupales en órganos y corporaciones médicas
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