La verdad es que no quiero atender a ese paciente

El sistema de salud español, o como lo conocen los españoles, el sistema sanitario español, es con bastante probabilidad uno de los mejores del mundo, si no el mejor.
La homogeneidad en los métodos, la aplicación de protocolos, la garantía de igualdad y la oferta de servicios bajo la vigilancia ciudadana, criterios sociales, económico-administrativos y científicos basados en evidencia determinan resultados favorables en términos de salud pública y bienestar individual.
Los resultados vistos de manera general o global son positivos, constantes, efectivos y favorables. De manera individual no lo veo tan claro.
Episodios excepcionales de renuencia a cumplir ciertos protocolos, los llamados «códigos» en algún caso individual, de negativa de la opción por omisión, que impiden a un paciente obtener el beneficio de la mejor terapia disponible, terminan reafirmando aquel enunciado que subraya que «la estadística para un enfermo es de 0 o 100%», es decir, mejoras o empeoras, vives o mueres.
En estas situaciones intervienen factores fútiles como los cambios de guardia, el cansancio, la distancia, la ignorancia, la ocupación de ambulancias, la sobrecarga de trabajo, o simplemente la hora a la que ocurre el evento.
Un profesional médico en un centro de referencia que pretenda evitar la derivación para no tener que hacer la coronariografía claramente indicada por el protocolo establecido – el llamado «código» – proponiendo terapias claramente dilatorias antes del traslado, un servicio disponible solo en cierta franja horaria y que rechaza los pacientes porque «es hora de cierre», o un equipo de traslado próximo a su cambio de turno que retarda el operativo para que lo haga el equipo que recibe la guardia.
La traducción es que «no quiero atender a ese paciente».
En todos estos casos aunque el protocolo es claro y la indicación terapéutica especializada es evidente, los factores ajenos afectarán los resultados para el paciente.
Es posible, y muy probable, que al momento de la evaluación de cada protocolo, y del sistema en sí, estas fallas sean detectadas y se impongan los correctivos. No obstante, en tiempo real el paciente afectado sufrirá las consecuencias irreparables inmediatas y tardías de estas conductas.

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