En el blog kevinMD.com, se publicó recientemente una entrada comentando la publicada en USA Today. En aquella se comentaba cómo los medios sociales, tales como Twitter, Facebook, y los blogs, tienen el potencial de mejorar la comunicación médico-paciente:
Los websites de medios sociales que alientan a la interacción del lector están jugando un papel creciente en ofrecer información adaptada a los pacientes online. Hay miles de blogs y grupos de Facebook, por ejemplo, o es frecuente el uso de Twitter por los pacientes para compartir tips acerca de la diabetes, o aconsejar sobre como encontrar el hospital o el médico correcto.
Pero de la misma manera que ocurre con la abundancia de información en internet, no todos los contenidos médicos son creíbles. Aquí es donde los profesionales médicos pueden ayudar a los pacientes a decifrar lo que es correcto en la web. Con un 24% de los estadounidenses leyendo blogs, combinado con 120 millones de visitas de ciudadanos de USA a Facebook y Twitter, los medios sociales se presentan como una oportunidad irresistible para que los doctores interactúen de mejor manera con los pacientes.
Lo que es quizás más importante, los médicos que fallan en abrazar los medios sociales se arriesgan a hacerse irrelevantes, ya que la mayoría de los pacientes acuden a la web como fuente de información en salud, antes que soportar la inconveniencia de un consultorio médico:
Los médicos que no son activos online se arriesgan a quedar marginalizados. Los usuarios de Facebook y Twitter, la mitad de los cuales tienen menos de 34 años, se basan en la web para obtener la mayor parte de su información. Con este perfil demográfico, es concebible que este grupo consultará los medios sociales primero para responder sus inquietudes de salud.
Probablemente se trate de un planteamiento apocalíptico desde el punto de vista de la concepción de la interacción profesional con una población particular, la de los pacientes o potenciales pacientes, pero es el cambio de paradigma de la revolución informativa que se vive, y de la cual se es víctima como médico, sobre todo, cuando un paciente o cualquier individuo ya ha consultado fuentes online al momento de hacer una consulta en el mundo real a un profesional.