El aprecio por la profesión sanitaria, como se llama en España, o por los profesionales de la salud, que es como se dice en América, es proporcional al grado de necesidad que se tenga de ella en un momento, y oscila en función del mayor o menor conocimiento que se tenga de los individuos que la ejercen, pero a veces no parece tener relación con ello.
A veces las personas más críticas con los trabajadores de la salud son sus familiares directos más cercanos, sin contar a sus amigos más íntimos. Son frecuentes las anécdotas que incluyen a un padre o una tía que deja mal parada a una hija o sobrino profesional de la medicina, o que despotrica de la profesión médica sin parecer recordar que su propio descendiente es parte de la misma. Desde argumentos sobre el insaciable apetito económico de los «matasanos» hasta el propio epíteto sin fundamento. No recuerdan que su cercano pariente se ha formado en la profesión de la que denosta y ejerce todos los días con la mejor intención enfrentando riesgos y desafíos de toda índole todos los días.
La actual crisis del Ébola, si bien ha permitido aflorar opiniones de todo tipo acerca de los sistemas sanitarios de los países afectados por la enfermedad, tanto del área geográfica directamente involucrada en la epidemia como de los países adonde se han trasladado ciudadanos contagiados para ser tratados, ha despertado también sentimientos diversos. Estos van desde el desdén, el rechazo, el desprecio y el enfado por la austeridad del sistema y el riesgo al que se ha sometido al personal, hasta la exaltación, el ánimo y la satisfacción, pasando con frecuencia por la crítica merecida o no de la dirigencia política y técnica nacional correspondiente, así como de los encargados directamente de la administración sanitaria.
En pleno proceso de atención a la paciente contagiada en España por participar en el tratamiento de un paciente repatriado a España por su enfermedad hemorrágica por Ébola, la opinión pública ha hervido hasta la práctica ebullición de las propuestas o posiciones. Sin embargo siempre hay sentido común y sindéresis en medio, aunque en algunos elementos minoritarios y menos vistosos en los medios de comunicación.
Un interesante debate en una de las radios generalistas de España, con posiciones encontradas y que ilustra de alguna manera las matrices de opinión creadas acerca de la actitud frente a una acción sanitaria singular. Hay que oir especialmente los minutos 6:08 a 7:02 y 15:00 a 21:33 del siguiente podcast. En este último intervalo el segmento de 16:20 a 21:33 muestran una encendida discusión que al final creo que permite destacar el ánimo crispado y la confusión sobre la información real del manejo del caso de Ébola de Teresa Romero.
Es reconfortante que alguien en un medio de comunicación de extensión nacional haya tenido, bien sea por su condición de médico prestado a los menesteres de la opinión o por simple humanidad, la capacidad de alejarse de la publicidad, el sensacionalismo y el amarillismo, y de reconocer que la profesión sanitaria es una de esas en los sistemas socializados, que no está suficientemente reconocida, ponderada y mucho menos remunerada.