El buen sistema de salud socializado

El sistema de salud colectivo, socializado, o público basado en lo que genéricamente se conoce como Seguridad Social tiene notables ventajas. El acceso a la vanguardia tecnológica y científica, la disponibilidad de recursos con independencia del poder adquisitivo o nivel socio-económico del usuario. Es la denominada accesibilidad democrática, y agregaría, la homogeneidad en los servicios ofrecidos.

La homogeneidad se manifiesta por la relativamente igual conducta ante problemas de salud similares con independencia de la localización geográfica o el momento como concepto temporal puro, lo que permite que los pacientes o los problemas de salud en diferentes sitios y a diversas horas, reciban el mismo nivel de atención médica, o niveles equivalentes de atención, para acceder a la misma oportunidad de éxito.

Describo un sistema de asistencia social ideal en el que la distribución de recursos y la oferta de opciones es similar para todos los ámbitos geográficos de la entidad política interesada. La realidad muchas veces muestra desequilibrios, sobre todo cuando los presupuestos, la asignación económica, se distribuye de manera desigual, o simplemente es limitada como suele suceder. Entonces la mayor cercanía a centros de alta calidad asistencial, o de alta tecnología, o de alta complejidad científica, permite a los ciudadanos usuarios próximos a estos una ventaja sobre los que están más lejos.

Asimetrías e injusticias

El otro factor que provoca asimetrías e injusticias en el acceso a la oferta de recursos, es decir, a las opciones terapéuticas, a las soluciones a los problemas, es la subjetividad tendenciosa y persistente de la autoridad, la parcialidad política o la falta de criterio objetivo en la asignación los servicios en relación con la demanda, de manera justa y equilibrada. Esta es una forma de corrupción, en algunos casos involuntaria, que niega el justo servicio a cada individuo en condiciones igualitarias, sin la influencia de agentes externos intencionados o no, pero que en algunos países determinan una gran disparidad entre la oferta y la recepción de servicios.

Cuando no hay suficiente control ciudadano, bien sea directo o a través de sus órganos de poder, o los mandos (autoridades) no tienen suficiente basamento moral e imparcialidad, la conducta tiende a tergiversar los fines de la administración sanitaria. Expuestos a múltiples tentaciones, terminan sucumbiendo a favores y premios, mordidas y permisividad, negando a los ciudadanos un servicio correcto al que tienen derecho.

¿Todo lo que se necesita?

El sistema sanitario así diseñado y distribuido puede entrar en una zona de riesgo por las limitaciones propias de un presupuesto finito. La homogeneización en un principio ventajosa, puede provocar que no siempre la última opción, el recurso óptimo sea el que esté disponible, cosa que también es provocada por la acción burocrática, que de controlar pasa a limitar la velocidad a la que se implementan los servicios. Aunque también es posible que este freno sea necesario para sedimentar lo suficiente el conocimiento y eliminar factores desfavorables de cualquier alternativa terapéutica antes de su aplicación o disposición colectiva.

También es cierto que prima el interés colectivo sobre el individual. En algunas ocasiones, raras por lo demás, un individuo requiere un fármaco, un procedimiento, un soporte que el sistema no contempla como opción, porque disponer de esas opciones es costoso en términos de rendimiento.


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