A principios de 2012 la web pulmoCCM.org se hizo eco de un artículo publicado en New England Journal of Medicine por Surenda K. Sharma et al en el que anunciaban que el uso de CPAP por 3 meses para la apnea obstructiva del sueño tenía un efecto benéfico significativo sobre el síndrome metabólico (resistencia a insulina, obesidad y dislipemia), e incluso afirmaron que la CPAP podía revertir dicho síndrome.
Los autores de tal artículo se han retractado al ser incapaces de proporcionar los datos primarios a partir de los cuales se realizó el análisis en su estudio que dio lugar a sus conclusiones. A raíz de la publicación de ese artículo del NEJM, investigadores de Harvard quisieron ahondar en el análisis ya que al parecer no tenían claros algunos aspectos del estudio. Por esto, solicitaron a los autores esos datos, pero los mismos adujeron primero «errores de transcripción». Los autores proporcionaron datos de apoyo que aumentaron aún más las sospechas de los solicitantes, quienes pidieron más datos, los cuales «misteriosamente se perdieron».
El 31 de octubre de 2013, Sharma et al se retractaron del artículo con la siguiente argumentación:
«We regret to report that transcription errors occurred … There were multiple errors in the table on pages 18 and 19 of the Supplementary Appendix concerning data on the accumulation of abdominal fat as assessed with the use of computed tomography and on carotid intima–media thickness as assessed with the use of ultrasonography. These errors, in turn, changed some values in Table 4 of the article. Although these changes do not alter the conclusions of the article, the primary data could not be located to verify corrections made from secondary tables. Accordingly, we have no way of confirming the correct data and, with regret, wish to retract the article.»
(«Lamentamos informar que ocurrieron errores de transcripción… Hubo múltiples errores en la tabla en las páginas 18 y 19 del Apéndice Suplementario en relación con los datos sobre la acumulación de grasa abdominal evaluada por tomografía computada y en el grosor intima-media de la carótida evaluado por ultrasonografía. Estos errores, por su parte, cambiaron algunos valores en la Tabla 4 del artículo. Aunque estos cambios no alteran las conclusiones del artículo, los datos primarios no pudieron ser localizados para verificar las correcciones hechas en las tablas secundarias. En concordancia, no tenemos forma de confirmar los datos correctos y, con pesar, deseamos retractarnos.»)
El artículo de Sharma et al fue citado 69 veces antes de que ocurriera la retractación, o que el artículo fuera desacreditado. Habría que puntualizar varias cosas con referencia a este caso.
Es evidente que un artículo como este tuvo que pasar por filtros supuestamente estrictos, los mismos que hemos pasado todos los que intentamos publicar en revistas de alto impacto. Las temidas revisiones por pares o peer review son el obstáculo frecuentemente insalvable que en teoría garantiza que un paper esté suficientemente revisado, tamizado, desgranado, o evaluado para que lo que llegue a la imprenta sea de calidad tal que permita basar la investigación posterior o derivada en sus resultados contundentes, o incluso la práctica médica en sus conclusiones. Es el fundamento primigenio de la medicina basada en evidencia.
Este ha sido un caso flagrante de engaño científico, aunque los autores hayan intentado esconderlo bajo la alfombra de extravío de datos. Sin duda el hallazgo rompedor de una terapia que además de útil y paliativa es capaz de modificar de manera significativa la historia natural de otro problema tan o más importante que el primario para el que se destina su uso, resulta francamente atractivo y pesó seguramente a la hora de poner la marca en la casilla de evaluación favorable y publíquese – la primera casilla existe y la segunda no dice así, pero significa lo mismo.
Es un fenómeno descrito ya por los grandes teóricos de la EBM (medicina basada en evidencia) y por los críticos de la misma: «Un hallazgo positivo tiene más probabilidades de ser publicado«.
En este caso, hasta 69 artículos usaron este artículo desacreditado como referencia. No sabemos por supuesto, qué peso tuvo este hallazgo en el fundamento de sus respectivas investigaciones. Tampoco sabemos la repercusión terapéutica en la práctica clínica, pero es probable que sea mucha, aunque en este caso particular el peligro de un efecto deletéreo sea menor o inexistente. Eso no descarta que en otros casos la repercusión fuera negativa.
¿Cuánto de lo que se publica en las revistas prestigiosas, llamadas ahora de alto impacto, se basa en inventos para cuadrar resultados o datos modificados a conveniencia? No lo sabemos, pero esperamos que sea poco.
¿Saben los revisores y editores la responsabilidad que tienen? ¿Conocen realmente el peso de sus decisiones?