El triunfo sobre Independiente en la Libertadores del 87

Era una tarde de un mediodía de domingo pasado por agua en San Cristóbal, hace 27 años. Aquella tarde no pudimos ir al estadio porque no estábamos en San Cristóbal, pero nos considerábamos afortunados porque esta Libertadores sí habría televisión. Venevisión transmitiría la Copa y nuestro Táchira junto al Estudiantes de Mérida, enfrentaba a los argentinos de Independiente, el Rey de Copas, y Rosario Central.
Domingo por la tarde en Mérida, futbol a las 4 pm, con amigos para ver a nuestro aurinegro.
El fútbol venezolano en esa época convocaba menos gente los partidos entre semana, horario poco comercial. La gente en San Cristóbal estaba más acostumbrada a ir en domingo y la Libertadores se jugaba, al menos en Venezuela, en domingo. Los equipos visitantes, tomando en cuenta también el difícil acceso a San Cristóbal y Mérida lo preferían así, sobre todo por el tema de San Cristóbal, que a pesar de ser la ciudad más importante del occidente venezolano, tiene unas vías de comunicación tanto terrestres como aéreas muy deficientes. Esto pasaba hace 30 años y en lugar de mejorar con el tiempo, el asunto ha empeorado.
La participación del Táchira hasta esa Copa del año 87 había sido poco afortunada. Últimos lugares en cada grupo clasificatorio, incluso por debajo de sus compañeros de fórmula tanto siendo campeón como subcampeón.
Ese partido de domingo por la tarde y Libertadores fue contra Independiente de Avellaneda. En el post anterior comenté lo del famoso gol de Francovig, el polaco, de puerta a puerta sobrando a Islas, quien era portero de Argentina.
Veíamos el partido en el apartamento que tenían nuestros amigos Joao y José, ambos también de San Cristóbal, en el Paseo de La Feria. Era una urbanización estudiantil, aunque concebida para clase media. Muchos de los inquilinos de los edificios de la zona, de 5 y 6 plantas, eran estudiantes, la mayoría provenientes de San Cristóbal.
El partido comenzó puntual y Táchira tocaiba como nunca antes lo habíamos visto. Un uniforme vistoso, marca adidas, marcaba lo que para latitudes más desarrolladas futbolísticamente era un detalle nimio. Que un equipo venezolano llevara una marca reconocida mundialmente, cuando acostumbrabamos ver marcas nacionales o simplemente desconocidas. Incluso algunos equipos podían vestir equipaciones de clubes europeos, como hizo el Zamora, que una vez vistió el uniforme que había sido del Udinese (coincidencia de colores y un presidente aficionado del club de Udine).
Táchira se hizo dueño del terreno y pronto amenazó. El primer gol llegaría al minuto 16 por medio del gran Carlitos Maldonado, y 2 minutos después la proeza de Francovig. Los gritos desde el apartamento creo que se oirían en todo el paseo, porque nos encargamos de hacerlos sonar en el balcón del mismo. No podíamos creer que Táchira se pusiera 2-0 en 17 minutos, y con dos golazos como esos. El gol de Maldonado fue una muestra de su inteligencia y manejo de su zurda. Una vaselina desde fuera del área a pase de Febles. El otro contratado para la contienda era el gran Franco Rizzi, quien luego dijo que nunca se había sentido tan apoyado como en esa oportunidad que jugó con Táchira.
Independiente remontó y ahí nos asentamos un poco, porque claro, era un equipo argentino, una potencia futbolística que hacía presagiar que las cosas volverían al causa habitual. Al descanso se fueron 2-2.
A la vuelta Táchira seguía tocando y tocando, manteniendo la esperanza en los 20 mil aficionados que estaban en Pueblo Nuevo, cuya capacidad en esa época era de 25 mil, aunque algunos decían que cabían 35 mil. Sin embargo, animaban como si fueran 50 mil. Ahora el estadio remodelado para la Copa América del 2007 puede acomodar 45000 personas bien sentadas, con una tribuna principal muy cómoda.
Una combinación de Táchira a la entrada del área grande dejó a Febles solo frente a Islas a quien batió por bajo. De ahí en adelante solo mirábamos alternadamente la pantalla y el reloj. Nunca un partido se me hizo tan eterno como ese. Miraba la tele y el reloj, el reloj y la tele. El tiempo se había ralentizado, Independiente atacaba, Táchira se defendía, minuto 43, otro ataque, minuto 43:30. El descuento más largo que he vivido.
Salimos a la calle luego de abrazarnos y saltar por todo el apartamento. Dispusimos hacer una caravana por toda Mérida. Al final eramos 3 carros, pero tocábamos corneta y en cada esquina nos bajamos a gritar: «Tächira, Táchira», con todo lo amarillo que encontramos, incluyendo dos impermeables que ondeábamos como si fueran banderas aurinegras.
Mucha gente nos aplaudía desde los balcones, como si hubiéramos sido nosotros los triunfadores o Táchira hubiera ganado la Libertadores. Fue apoteósico.
Táchira jugó el siguiente partido contra Rosario Central el siguiente miércoles. Empató a 0, pero en dos ocasiones al menos estuvo a punto de marcar. Ahí perdimos la oportunidad de clasificar, porque  en Rosario nos marcaron luego de una falta no sancionada sobre William Méndez. Sin embargo ha sido una de las mejores apariciones de Táchira en Libertadores.