Futbolistas quisquillosos

Lo quisquillosos que se han vuelto los futbolistas.

Antes, en no tan lejano pasado, podían jugar en cualquier campo. Era incluso una señal identitaria, una característica evidente, un rasgo diferenciador, el estado y evolución del terreno de juego que servía de sede de cualquier club.

El Ataturk era una caldera. La Bombonera de Boca, el Monumental de Núñez, Wembley, Defensores del Chaco, Maracaná o el Estadio de Vallecas, cada uno tiene sus características particulares. Tamaño del rectángulo, cesped, tribunas, vestuarios.

Los partidos en Gran Bretaña tienen la particularidad de ocurrir, en su mayoría, o al menos con mucha frecuencia, bajo la lluvia. En el norte de Europa la grama se congela, el terreno se pone duro, o la propia lluvia reblandece el suelo.

Sin embargo ahora las quejas se multiplican. Las excusas proliferan entre jugadores, periodistas y comentaristas, analistas y directores técnicos.

Todo el tiempo estamos oyendo durante las transmisiones por radio y TV, en las crónicas de los partidos, explicaciones basadas en el estado del campo.

«No se ha regado», «no se ha regado suficiente», «se regó demasiado», «la lluvia ablandó el terreno», «está muy seco», «hace viento». Como si en los 150 años que tiene el futbol como deporte, no se hubiera jugado en poco más que potreros, barro, peladeros, o arenales.

Más jugar y menos excusas.

No pueden ser tan quisquillosos, tan susceptibles. «Es que sufren los aductores porque el terreno está muy blando porque ha llovido». Esta fue la explicación más reciente, la que oí hoy durante el partido del Eibar y el Sevilla.

Se han vuelto demasiado sensibles a estos detalles. Sobre todo cuando la tecnología de drenajes, cultivo de césped, y perfeccionamiento del terreno, ha hecho que se juegue prácticamente sobre una alfombra.

La cosa cansa.

¡Fue al balón!

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¡Fue al balón!

La típica jugada agresiva en la que un marcador, quien sea y de la posición que sea, arrebata un balón o corta un avance contrario, pero en el camino se lleva por delante el tobillo, la rodilla o el cuerpo entero del contrario. 

La acción es suficientemente violenta y el jugador que hasta ese momento llevaba la esférica quede tendido y dolido, incluso lesionado. Inmediatamente tanto el implicado (agresor) como los comentaristas y aficionados, incluso los comentaristas-aficionados de radio y televisión se apuran a justificar la acción: «¡toqué – o tocó – balón!». 

Con eso creen quedar totalmente exonerados, inmaculados y exculpados de cualquier consecuencia del lance. El hasta ese momento poseedor de la pelota, y víctima de la entrada, sale incluso en camilla del estadio, se pierde el resto del partido, o hasta incluso el resto del torneo. Pero no pasa nada: la fórmula ¡tocó balón! ¡Fue al balón! Exonera. Todo queda justificado.

el agresor ¡fue al balón!

Cristiano no puede más (Su agresor ¡fue al balón!)


Le pasó a Cristiano Ronaldo en la final de la Eurocopa 2016 al minuto 18 de la primera parte. Ahí acabó la final para él. Un esguince de algún ligamento de rodilla, que aunque el jugador estrella del Real Madrid intentó superar, no le permitió continuar más allá del minuto 24, cuando se dejó caer entre lágrimas para entregar el brazalete de capitán y salió del campo para ver el partido desde el banquillo. La lesión incluso podría dejarlo fuera de la final de la Supercopa de Europa

No me parece. En un deporte en el que el juicio del árbitro puede implicar considerar «la intención» en una falta, que incluso puede castigarse con tarjeta amarilla, la entrada brusca y violenta, aunque se toque el balón, no debería ser permitida. 

No es cuestión de que sea CR7, como en este caso, sino de lo permitido y no permitido por reglamento. La interpretación que muchos hacen del mismo es peregrina e inexplicable. Que el fútbol es un deporte de contacto, que no hay mala intención según el agresor sea de tu equipo o del contrario, que no se puede castigar todo, que este árbitro es más permisivo que otros, etc. 

Que sepamos, en el balompié solo se permite, por reglamento, la llamada carga leal, lo que llaman algunos el cuerpo a cuerpo. Lo demás son faltas. Los que las justifican no entienden la pureza y grandeza del fútbol como deporte. Un deporte tan grande porque es sencillo, y como tal, tiene reglas simples y comprensibles para todos – con excepción del fuera de juego ¡claro! (Esta no se aplica en las caimaneras ni en la calle)

Es la permisividad y la subjetividad arbitral lo que ha ocasionado que se den cada vez faltas de mayor violencia, o que los jugadores simulen tanto, pervirtiendo la esencia del juego y el juicio del espectador.

El centenariazo parte 2

Venezuela ha triunfado frente a Uruguay. El temor previo, producto de la historia, se disipó con el paso de los minutos.

Puede haber múltiples interpretaciones de ese partido. Desde las proclives a exaltar todo lo que hizo la vinotinto en su planteamiento táctico, hasta aquellas tendenciosas de los comentaristas del cono sur, que son incapaces de ver cualquier avance de la selección venezolana.

Solo ven los errores cometidos por su propia selección, y atribuyen los goles y la derrota a fallas y no a los méritos de jugadores como Guerra o Rondón.

https://youtu.be/DyFHCYJafu8

Se ha hecho evidente que la mano de Dudamel ha tenido peso en el despliegue táctico de Venezuela. El rigor y la disciplina para mantener un resultado, aunque el rival sea superior, es notable.

Quizás ante Jamaica se pecó un poco de prudencia, pero es mejor tener un 1:0 en el bolsillo, tomando en cuenta el historial reciente de la vinotinto. Había que asegurar y se aseguró.

Ante Uruguay, Top Ten del Ranking Fifa y tercero de Sudamérica, había que ser cautos. Jugar a lo que se sabe y controlar a jugadores que están mejor calificados que los nuestros.

Por eso el mérito es aún mayor.

De una posición desesperanzada antes de iniciar la Copa América a estar en cuartos. De últimos de la eliminatoria a pasar a la siguiente ronda, a solo un paso de la semifinal.

Seguramente ante México aflojará, porque así le pasa a los equipos venezolanos, pero quizás no. Como dijo Dudamel en la rueda de prensa postpartido, este equipo no tiene nada qué ver con las selecciones previas, como la del Centenariazo. Ninguna selección vinotinto ha tenido tantos jugadores jugando en equipos y ligas de primer nivel como ésta. Ese es un plus que aporta experiencia, recorrido, recursos y manejo, tanto en la esfera individual como en la colectiva.

Aún no creo que haya que desbocarse en celebraciones, pero lo andado hasta ahora arroja esperanzas.

Lo ilusos que éramos entonces

Transitar la Copa Libertadores en los años 70 y 80 era una verdadera hazaña para los clubes venezolanos. Instituciones que solo lo eran por el nombre, pero no por su solidez o su base.

Algunos de los clubes no tenían ni siquiera sede. Se formaban en peñas o por la ilusión de algún inmigrante español, italiano o portugués, o la de algunos venezolanos y colombianos que querían repetir en Venezuela el modelo de la Dimayor o de los países con tradición futbolística.

Al verlo desde la distancia temporal, larga y apaciguadora de calenturas de aficionado, era una verdadera proeza que los equipos venezolanos siquiera osaran desafiar a verdaderas maquinarias más o menos engranadas, con mayor o menor trayectoria y experiencia.

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Los aficionados también éramos ilusos, con mucha esperanza, deseando ver en nuestras canchas, en nuestros estadios, la magia que recibíamos a través de la televisión, cuando algún canal se dignaba transmitir algún partido.

Entonces veíamos cómo el Zamora de los agonizantes 70’s y nacientes 80’s se ponía el uniforme del Udinese, porque uno de sus directivos, italiano, había viajado a Udine y se trajo los uniformes con patrocinante y escudo incluidos. Así lo hacía también el Deportivo Italia, o el Deportivo Portugués, con los colores de las respectivas selecciones nacionales transalpina y lusitana.

Bebíamos de la fuente inspiradora del Portuguesa FC, que a fuerza de dólares logró dar la cara en la Libertadores y trajo a Jairzinho para su once, a pasearlo por Sudamérica y por los potreros que eran los campos de fútbol de Venezuela. Del mismo Italia, que clasificó a segunda ronda, que era semifinal también por el formato de la Libertadores de entonces, luego de derrotar al poderoso Fluminense.

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Tiempos cuando pocos tenían cuidado del cesped. Se jugaba entre matorrales en los que la pelota picaba para cualquier lado y era como un conejo saltando y huyendo de un cazador, zigzagueando y frenando de manera súbita, y se pintaban los peladeros para que en TV se viera todo unicolor.

Por no tener, Pueblo Nuevo no tenía pizarra. No era que no tenía pizarra electrónica. No tenía de ningún tipo hasta que algún voluntario caritativo montó una en la que se cambiaba el marcador como en los años 20, con paneles puestos a mano.

El marcador llegó apenas con la Copa América de 2007.

Así, cómo pretendíamos que los venezolanos lo hicieran mejor de lo que hacían en los torneos internacionales o en las eliminatorias mundialistas. Los equipos no eran profesionales y la organización tampoco. Así que clasificar o hacer un buen partido tenía que ver con que alguien había puesto un gran esfuerzo en organizar en su feudo la gran caimanera que era el fútbol profesional venezolano.

 

Un árbitro se puede cargar un partido

Un árbitro se puede cargar un partido es una máxima del futbol, corolario de cualquier otra que tenga que ver con tendencias, manipulaciones, manejos turbios, maletines o barras bravas. Decir eso implica aceptar que un árbitro puede acomodarlo, de la forma en que se quiera interpretar esa palabra, sin desmedro de ninguna de las acepciones de este vocablo.
Se sabe, se acepta, se asume y se tira con ello adelante. Es una verdad aplastante que desbarata toda intención reformadora implicita en un planteamiento táctico o en una actitud del equipo ante el partido a afrontar. No tiene qué ver con las condiciones del terreno, el pasto, la grada, la furibundez del público o la apatía del soberano. No hay factor climático que cambie esto, como no hay evento político que pueda distorsionar este dogma.
Todo está en el individuo, todo depende de la persona vestida de corto, sea su camisa amarilla, naranja, roja, azul o la tradicional negra, que lleva un silbato en una mano y el cronómetro en la otra. Así esta establecido desde el principio de los tiempos. No ha habido medida, directriz, mandato o norma que haya cambiado eso ni que pretenda cambiarlo.
Es una filosofía propia y absoluta de los sumos sacerdotes, de la etérea ley que rige la competición, que no es la establecida por FIFA, UEFA o Conmebol. Por el contrario, es un dogma en rango de fé. Ha resistido los intentos vanos de modernización y racionalización, las rebeliones, las cruzadas, los alzamientos, los dislates, los gritos, las campañas o las malcriadeces. Se mantiene impertérrita a pesar del avance tecnológico y las capitulaciones de otros deportes.
La decisión, la justicia, el veredicto son temas de uno solo e indisoluble, implacable y tenaz, a pesar de estar asistido por 2, 3 y hasta 4 que fueron y serán como él, por lo que compartirán sus razones y fallos, sin admitir ni corregir el error, que por definición no existe.
Un árbitro se puede cargar un partido o puede acomodarlo, de buenas o malas maneras, sin temblor, sin temor, sin fragilidad de juicio ni gelatinidad en el mazo de su particular tribunal. Aún con equipos equilibrados, compensados, equiparables, el resultado y el desarrollo del partido puede derivar en una clara tendencia sólo por el punto de vista de un individuo. No importan la tradición, la confianza o la historia. Importan menos la preparación, la habilidad o la maestría.
A pesar de su posición de gran juez, el árbitro es un humano que toma decisiones en escasas particulas de un segundo, bajo el escrutinio de un espectro que va desde el mínimo grupo de al menos 22 personas bajo su mando, hasta la mirada de 100 mil, un millón o mil millones de personas, en una ciénaga de posibles intentos de trucos y engaños, sin capacidad para rectificar. El destino de un partido, de un torneo, de 4 años, puede depender de un silbato de más o de su ausencia.

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Venezuela contra El Salvador

Hoy está jugando la selección de Venezuela contra la de El Salvador. He estado buscando dónde ver el partido, y a la hora de escribir este post, entiendo que van 1 a 1 pero no he encontrado un sitio web para verlo. Tampoco es que buscara mucho, pero al menos Tamá Stereo debería pasarlo.
Lo bueno es que el partido ha despertado más interés, y no está mal eso, porque antes era un evento casi clandestino cualquier encuentro de Venezuela.
Ahora sé que Venezuela perdió hoy ante El Salvador 2 a 1. El gol de Venezuela lo hizo Fernando Aristeguieta al minuto 29 y hubo un autogol de Martínez al 83′ y el gol del triunfo lo marcó al 90′ Sánchez (ESV).
Esperaremos a ver qué pasa el próximo miércoles en Fort Lauderdale ante Honduras.

Por fín, Venezuela empata con Brasil en partido oficial

Han pasado 32 años desde que viví mi primera Copa América. Quería ir al polideportivo de Pueblo Nuevo, pero sólo tenía 12 años y nadie me compró la pólvora. En una semana Venezuela recibía a Chile y a Colombia. Tocó oir por radio la transmisión, creo que fue por Radio Táchira. En Chile y Colombia jugaba gente importante. En la roja chilena estaban Carlos Caszely y Patricio Yañez. En Colombia iba Arnoldo Iguarán, quien después iría a mi querido Deportivo Táchira como el fichaje más caro jamás realizado en el futbol venezolano. Nada más y nada menos que 250 mil dólares. Pálidos 250 mil al lado de lo que ahora se paga por cualquier jugador. Era sin embargo un dineral para un fútbol que era prácticamente semiprofesional. Pero esa es otra historia.
Venezuela empató con Colombia a 0 y con Chile a 1 (gol de Rodolfo, el flaco, Carvajal) en Pueblo Nuevo y por cierto, el portero de Venezuela era el padre de Renny, el actual portero de Venezuela. Por esa actuación y la inolvidable ante Brasil en el premundial del ’81 Vicente Vegas es el portero histórico de Venezuela, el referente, aunque ahora pocos se acuerden. De hecho, Vegas fue a Brasil a jugaren la primera división de ese país por allá por 1982.
Hoy, 3 de julio de 2011, ocurre un hito histórico para el fútbol venezolano. Por fin creímos y logramos lo que ninguna selección había podido, empatarle a Brasil. Al Brasil de Elano, Alexandre Pato, Dani Alves, y Julio César. Al Brasil que siempre quiere ser campeón del mundo. Al Neymar que quiere el Madrid. Bien parados, bien administrados. Con el regusto de soñar y aspirar al triunfo.
Gracias a Farías y a Arango, Rincón, Miku, Cichero, Lucena, Perozo, Vegas, Giancarlo, Alejandro, Di Giorgi, Rondón, Vizcarrondo y «Maestrico» González. Son los herederos de esas selecciones de Páez y del atrevimiento de los últimos 10 años. Pero esta es la mejor selección de todos los tiempos. Y eso que no jugó Yohandry.
Ahora contra Paraguay y contra Ecuador. Que tiemblen, porque viene la Vinotinto.

¡Táchira Campeón Absoluto!

Mi Deportivo Táchira se hizo campeón nacional. La séptima estrella llegó. Fue duro, porque el clausura se recorrió con dificultad, sin brillar. A final fue la firmeza de la historia, el poder del templo, el respaldo de los antecedentes y la fuerza de la camiseta lo que logró el tirunfo.
Ahora la Libertadores. Armarse bien y competir con seriedad. Quisiera ver a nuestro equipo trascendiendo y callando bocas en sudamérica. Especialmente en Colombia y el cono sur. Quiero oír a Ivan Mejía diciendo que nuestro Deportivo Táchira es un equipo competitivo y sólido. Que eso se sepa en España para que vean que el surgimiento de Venezuela no es un evento aislado como ocurrió con Bolivia en 1994.
Saludos y celebremos con el mejor equipo de Venezuela.

Perdimos pero seguimos arriba

Lamentablemente Táchira perdió en juego con el Monagas. Quince mil personas apoyaron al Monagas en su gran estadio de Maturín. A pesar de esto, Táchira sigue líder y seguramente corregirá el rumbo en la próxima fecha.

BARÇA

El Barça ganó a pesar de que el juego con el Sporting de Gijón fue bastante espeso y desesperante. Amplia posesión de balón con escasos frutos. No es atribuible a la ausencia de Messi

Hoy

hoy en España se juegan 2 partidos importantes, que como siempre, envuelven al Barcelona y al Madrid. El Real, porque el Atlético está de hora baja, aunque anoche le metió 4 al Valladolid.
El Barça tiene que hacer algo con respecto a que sólo ha acumulado 1 punto de 6 posibles (Liga y Copa), y el Madrid pondrá a jugar a Kaká de nuevo y hat gran expectativa por ver a su tridente.