Me da pena ver que año tras año, torneo tras torneo, se manifiesta la falta de continuidad deportiva. Dos derrotas seguidas, una de ellas en casa, y la eliminación en Copa Venezuela, hacen trastabillar los anhelos de los verdaderos aficionados, así como de aquellos que no siéndolo tanto, pujan porque nuestro Deportivo Táchira recupere la solidez y el respeto nacional.
Pero el fondo no solo lo proporciona tener calidad en la titular y en la suplencia, sino también la entereza, la personalidad, la fortaleza psicológica y física para afrontar viajes, canchas defectuosas, potreros, presión mediática o aficiones hostiles.
Tropezar no significa caer, pero si se cae hay que tener fuerza y ánimo para levantarse y seguir. Esa es la diferencia entre los grandes equipos y los clubes término medio. Estos últimos ante la primera adversidad entran en una espiral de errores, fallas y derrotas que los lanzan a lo profundo de la tabla, a zonas donde no es posible aspirar a más que terminar el campeonato para ir a preparar el otro, y con suerte evitar el peligro del descenso.