Luego de más de un mes de protestas en Venezuela, mismas que han afectado la vida pública de manera desigual en todo ese país, pero que por otra parte han dado por fin visibilidad pública a una situación anormal que vive toda esa república del norte de América del sur desde mucho tiempo antes, es evidente que hay regiones notablemente afectadas y activas y otras que han permanecido en pasividad o han sido menos contundentes.
Es un patrón similar a la apreciación colectiva que tiene cada región en la vida nacional y a la visión centralista venezolana tradicional, visión que no es sólo caraqueña como podría esperarse, sino que también es nacional, el clima de práctica guerra que vive el Táchira no es el mismo, ni se siente igual en el resto de Venezuela. Por supuesto esto ha jugado a favor del gobierno, en tanto el esfuerzo de una región persistentemente aislada política y económicamente no ha podido contagiarse al resto.
Es loable el empuje y la determinación de los tachirenses. Al contrario del pensamiento prevalente, los tachirenses no se sienten menos venezolanos. No se sienten colombianos. En oposición, sus planteamientos son francamente nacionalistas y patrióticos. Tal como afirma Humberto Márquez, es probable que el grado de preparación, educación y formación hacen que exista una sólida base política en la protesta tachirense. Pero también hay una notable conciencia de país, de hacer un buen país. Por eso no aceptamos que Venezuela, de la que formamos parte y a la que hemos servido lealmente, se desbarranque a velocidad exponencial en manos de ineptos y criminales.
También es posible que los años de aislamiento, de discriminación geográfica, demográfica y económica a que se ha sometido la región occidental andina de Venezuela de nuevo despierten el ansia por justicia y democracia, igualdad y cooperación, como ocurrió al final del siglo XIX, y que provocó en esos años la marcha hacia Caracas y la toma del poder en la capital del país. Está claro que recibir un tratamiento desigual por parte del gobierno central, sometiendo a la población del estado a procesos ignominiosos y vejatorios, provoque mayor ira, más animadversión, y más tenacidad en la reclamación.
Este blog habitualmente trata del Deportivo Táchira, y se llama «Mi Tächira del alma», porque así cantaba los goles Manolo Dávila por Radio Táchira, pero en este momento «Mi Táchira del Alma» es más que el sentimiento por un equipo de fútbol. Abarca el sentimiento por una región digna, trabajadora, luchadora, progresista, preparada y capaz de salir adelante, incluso sola si es necesario. Gente buena pero orgullosa, pueblo decente y educado, ciudadanos verdaderos y respetuosos.
No es momento para detractores ni divisiones. La alternativa a lo que se está haciendo ahora ha demostrado su inutilidad porque la lógica del régimen actual no responde al mismo proceso de decisión ni sigue los mismos caminos que la lógica democrática.
Ahora más que nunca es necesaria la suma de esfuerzos e intelectos, y la participación de todas las regiones del país, en un ejercicio de justicia, decencia y democracia verdadera.