Este mundial me está gustando. Luego de un inicio poco auspicioso, con ese penal-regalo flagrante al anfitrión, al asunto rápidamente parece haberse encarrilado. Hemos podido ver partidos realmente espectaculares con la probable excepción del Irán – Nigeria. No hablaré del España – Holanda, porque pensaba que era un claro accidente, una singularidad en la línea espacio-temporal futbolística. Ese tipo de evento que, como se mal traduce del inglés, ocurre raramente en un universo estadístico. Posiblemente España y Holanda podrían enfrentarse 100 veces más este año sin repetir esa diferencia tan amplia. Sin embargo, el partido Chile – España, que justamente ganó la roja original, es la demostración de la falta de entrega, compromiso y desazón que cundió en los seleccionados españoles desde antes del comienzo del mundial.
Pocas veces estoy futbolísticamente de acuerdo con Xabi Alonso, pero al final del partido dijo algo razonable: España agotó su cuota de alegría. Es posible que haya sido eso lo que pasó. relajación luego de ganar todo lo que había que ganar. La Confederaciones no cuenta porque es una copa menor, todos lo sabemos, no obstante haber llegado a la final hace un año. Pero ya había señales en los amistosos de preparación. Una selección capaz de pasarle por encima a cualquiera, que sólo recibió 3 goles en toda la eliminatoria, fase que cabalgó como se dice en términos hípicos, que ha liderado el ranking FIFA, que tiene jugadores que juegan en la élite de todo el mundo, termina recibiendo 7 goles en 2 partidos y anotando uno solo y de penal. Se han planteado muchas explicaciones a esta real debacle pero no se ha asomado la posibilidad del descontento y la fractura que significó insistir en convocar y luego llevar a Diego Costa. Su final de temporada y su ridículo en las finales de Champions y Copa ya presagiaban algo.
Este post no iba de España, sino de la primera semana del mundial brasileño, que nos ha dejado partidos para recordar. Encuentros realmente satisfactorios con muchas emociones, idas y venidas, ataques, planteamientos tácticos, movimientos de sustituciones, equilibrio y goles. Porteros solventes y juego de equipo.
La actuación superlativa de Memo Ochoa, la integración de Holanda, el planteamiento táctico de Chile con su disciplina y entrega, la ausencia de dependencia de Colombia de algún nombre – ¿Quién se acuerda de Falcao hoy? -, los cambios de Pinto para conducir a Costa Rica a su victoria, el gol de Dempsey a los 30 segundos, son apenas algunas cosas de las que me acuerdo y que han sucedido en esta primera semana.
Se que lo extrafutbolístico podría empañar este campeonato. Seguramente el gobierno brasileño hará lo posible por atenuar la repercusión de estos hechos, pero es lo que tiene pretender ser un país desarrollado sin haber «llenado» todos los requisitos, sin cumplir los deberes, manteniendo los extremos desequilibrios sociales de estas economías denominadas «emergentes».
La FIFA está empeñada en promover el fútbol aún más, si cabe. No hay duda del carácter económico de la actividad futbolística profesional: Es un negocio y la FIFA quiere manejarlo como tal. También es claramente una actividad social y se que en los objetivos de la FIFA está la promoción del mismo como complemento lúdico y formativo. Seguramente pretende compensar e implicar a todas las naciones posibles. Con esto en mente a veces termina cometiendo errores como éste, como el de Rusia o el de Catar. Por ahí, medio arrepentidos, tantean ahora si España estaría dispuesta a organizar el de 2022 o los olímpicos de 2016 porque «claro, España tiene todo hecho». Eso lo sabía la Fifa el año en que otorgó la sede a Catar y el Comité Olímpico el día que concedió la sede a Río.
Es el peso de lo económico, del negocio.