Ha alegado cansancio, vacío, fatiga. Luego de 4 años y de ganar todo lo que ha podido, todo lo que ha competido, deja su puesto en la cúspide.
Muchas veces es difícil tomar decisiones así, especialmente cuando las perspectivas son de triunfo. Permanecer a la vanguardia, desestimando si se tienen títulos o no, y alcanzar ese nivel en que recibes la apreciación de genio, de adelantado, de «fuera de serie», es la aspiración de individuos inteligentes pero también soberbios. Afortunadamente Pep pertenece a los primeros.
Retirarse en la cima, cuando todo apunta a conseguir más. Pero cuánto más, qué más. Eres, has sido, campeón, campeón, campeón… trece veces campeón. Le pisas los talones y eres la envidia y el objetivo oscuro y claro, vaya paradoja, de tus perseguidores. Si vas atrás sólo miran, vigilan que tú no les alcances. No importan los demás competidores. Eres tú el que destaca, aunque los restantes sean buenos.
Marcas una época, un estilo, un modo de hacer, un cómo se hace.
Aunque tienes críticos – no se es perfecto -, los defectos quedan opacados por los logros, por las virtudes, por el ejercicio de liderazgo correcto, a ratos un poco soberbio, pero perdonable.
No es agradable el porqué del abandono, de la renuncia, del retiro temporal. Qué más te puede llenar que el conseguir la armonía del triunfo, la concordancia del éxito. Superar los desafíos y los obstáculos retóricos y físicos. Llevar el transatlántico a velocidad de crucero frente a un mar sin calma pero dominado, manejable, como una seda entre los icebergs sin más objetivo que el horizonte.
Críticas, críticas, críticas siempre hay y habrá, pero el símbolo de éxito que significa Guardiola en el mundo del fútbol a su corta edad y con lo que queda por delante, subraya la presencia de un hito histórico. Una marca fundamental en la línea historiográfica del fútbol mundial. Como Pelé, como Cruyff, como la Holanda del 74.
Alguna vez Pep dirigirá la selección española, seguramente con éxito, o si, como se dice, llega a la selección de Inglaterra, temeremos a Albión, pero admiraremos por fin el fluir del balón en ese césped mítico de Wembley llevado por jugadores genuinos y entregados a su creación, e Inglaterra será aspirante firme y real.
Hasta luego Pep Guardiola y gracias por formar el mejor equipo de la historia.