He hecho los deberes

He hecho los deberes y vi el partido de fase previa de nuestro Deportivo Táchira Dede Asunción ante Cerro. Un partido que desde la perspectiva lejana de la historia pintaba gris. Costó por la hora. Son 5 horas y media de diferencia que determinan que el partido para mi terminara casi a la una de la mañana.
Sin embargo, me senté ante la Mac – no tengo Gol TV, que creo es la que tiene los derechos de la Libertadores -, y mientras comentaba vía Whatsapp con mis compañeros del «Grupo de los 8» conseguí un canal web que reproducía con bastante buena calidad la señal de FOX, que no se llamaba …sports, sino Deportes. No se si es el segundo canal de Fox, o es lo que llamaban cono norte, o es un tercer canal de Fox. A los narradores no los identifiqué, de cualquier forma. Ahora se me ocurre que podría ser el canal Fox Deportes para Paraguay.

No voy a negar que reaparecieron las emociones que surgían cuando podíamos ver aquel equipo del otro Farias, de «Don Armando» (César), adueñándose del campo, haciéndose respetar, manejando con madurez los tiempos, los espacios, y el nerviosismo. 
Más que un resultado, evidentemente favorable, que pudo crecer y que llegó por disciplina y profesionalismo, existía la sensación clara de manejo, de trabajo, de ideas y de esquema. 
El arbitro, como siempre, se llevó, con merecimientos, unos cuantos insultos de nuestro histórico grupo. Además del regalo del penal, prolongó innecesariamente al final favoreciendo como siempre a los locales, si estos son del entorno de la «confederación». Me refiero a los paraguayos, uruguayos, argentinos y brasileños. El árbitro era brasileño, por cierto. 
Mientras transcurría el partido, comentábamos, insultábamos, poníamos a Gelmin en el Chelsea y concordámos en que Táchira parecía tener «oficio». Luego sufrimos con cada minuto que siguió al segundo de Rivas, acordándome de aquel purgatorio del 87 cuando se ganó sobre Independiente, o del partido contra otros Paraguayos, los de Sol de América, que nos eliminaron en penaltis luego de remontar una eliminatoria de octavos en Pueblo Nuevo, con un triplete de Carlitos Maldonado. 
Fue histórico y reconfortante. Al menos alguien le pone seriedad a nuestro fútbol, cosa que esperamos persista más allá de esta eliminatoria y durante el torneo clausura. 

Viene la Libertadores otra vez

Viene la Libertadores y otra vez apoyamos a nuestro Deportivo Táchira en su nueva campaña internacional, esperando que por fin nuestra esperanza de verlo trascender y hacerse un nombre en el mundo del futbol se cumpla.
Empezamos con Cerro Porteño, un equipo de tradición, copero, histórico, de los que se nombran cuando hablamos de futbol sudamericano y mundial. La tradición futbolística de la ribera occidental del Atlántico no existe sin la presencia de varios grandes equipos.
Hablamos de Olimpia, Cerro, River, Independiente y Boca, Peñarol y Nacional Católica y Colo Colo, Nacional y América, Corintians, Vasco Da Gama y Flamengo. Son los verdaderos representativos del fútbol sudamericano, los que le ponen cara al resto del mundo, aunque algunos hayan tirado a menos y transitaran durante un tiempo en las oscuras aguas de la segunda división.
Es cierto que esa preponderancia de las «vacas sagradas» del cono sur los ha favorecido en tanto movilizadores comerciales y soporte de intereses extrafutbolísticos, incluso políticos.
Cuántas gestas frustradas, cuantos episodios abortados de clubes que aspiraban y aspiran a entrar en ese olimpo, grabar su nombre a fuego y ganar el respeto del resto, quedaron en el penúltimo escalón del podio, para no volver, o para quedar tan golpeados financiera y anímicamente que la recuperación costó años.
La Confederación es implacable. Le cuesta muchísimo permitir que alguno de los no elegidos haga cumbre en ese largo ascenso, y se mantenga.
A cuántos nos gustaría que nuestro club llegara a instancias tan importantes como la semifinal, tal como lo han hecho el Once Caldas, el Barcelona ecuatoriano, el Cobreloa o el Liga Deportiva de Quito, equipos que también llegaron a finales que alguno ganó.
Un sueño de muchos aficionados aurinegros: asistir a un encuentro de Final de Libertadores en Pueblo Nuevo con la participación de nuestro Deportivo Táchira, ataviado con una camiseta alegórica en la que figure un parche que diga Copa Libertadores Final.
Es un sueño, pero también una aspiración factible en esta época de evolución y desarrollo del fútbol venezolano.

NO hay televisión par el fútbol venezolano

NO hay televisión en el fútbol venezolano.
Cuarenta años después de que tomara conciencia de que el fútbol profesional venezolano existía, veo que las cosas están bastante crudas para la difusión de nuestro denostado balompié.
El fútbol profesional de Venezuela, tanto en su versión de primera división, como en su división de ascenso, con 18 equipos en la primera y 20 en segunda, 19 partidos semanales y presencia en todo el país, incluyendo Puerto Ayacucho, no logra consolidarse en los medios nacionales, a pesar de la existencia de canales deportivos especializados.

Cortesía FVF

La falta de consolidación se manifiesta igualmente en la ausencia de aficionados en los estadios, a pesar de la extendida práctica del deporte rey en barriadas, colegios, escuelas, campos, parques y calles.
Aunque la transmisión de partidos de Europa y América, así como del Mundial de Fútbol es seguida por muchos televidentes y radioescuchas, no hay correspondencia entre este seguimiento y la presencia de aficionados en los estadios.
Ni siquiera el canal supuestamente de servicio público (Tves) es capaz de mantener una política de difusión del fútbol profesional y del deporte venezolano en general. Este canal cae también en la dictadura supuesta del rating, aunque por lo mencionado en Foro Vinotinto, no hay realmente una conducta documentada y lógica en las decisiones de parrilla del tal canal (Tves) cuyas decisiones de programación, como en el resto de la administración pública parecen carecer del lógico profesionalismo que uno esperaría de un medio de comunicación responsable.

Teníamos la esperanza de que con el paso del tiempo y la consolidación del fútbol como deporte más practicado en el país, por encima del béisbol o el básket, así como el crecimiento del torneo nacional, con patrocinantes, publicidad, respaldo económico y seriedad, la presencia del fútbol en la televisión sería natural y respetable.
Todo lo contrario, persisten las prácticas de marginación, encunetando la actividad futbolística en los horarios diferidos e imposibles, o simplemente dejándolo caer en las alcantarillas del desconocimiento y la ignorancia por parte de los productores deportivos de canales nacionales generalistas y deportivos. Eso sí, la NBA de forma prioritaria en la parrilla de programación de TVES, como «actividad de promoción del deporte nacional«.

Parece mentira que la única plataforma que parece tomar en cuenta la real presencia del fútbol como actividad seria sea DirecTV.

El Mar de los Sargazos del Deportivo Táchira

En todos los años que lleva nuestro Deportivo Táchira como club profesional de fútbol, creo que esta década en cuyo punto medio estamos es la que ha servido para mostrar las falencias de la institución aurinegra.
Durante esta segunda decena de años del nuevo siglo, el Deportivo Táchira ha sido incapaz de encadenar una ristra de victorias, de mostrar músculo y de demostrar potencia ante los rivales nacionales o extranjeros que conforman los diferentes torneos en los que ha participado.
Es verdad que como institución se ha mantenido a pesar de crisis económicas y políticas, a pesar de ataques y ante la volatilidad política, la ausencia a su vez de instituciones públicas y la falta de coherencia pública que ha prevalecido en Venezuela.
Quizás el club esté pasando su particular travesía del desierto, su especial Mar de los Sargazos en el que apenas avanza por la ausencia de «vientos», lo que le impide conformar un base sólida y un rumbo definido hacia el éxito.
Ahí está el equipo, que inicia los campeonatos más o menos de manera firme o no tanto, para luego ir desinflándose a mitad de camino, justo al llegar a ese «mar» lleno de «algas» y falto de «vientos» en el que se es capaz de echar la culpa a cualquier factor externo, o simplemente se pierde la objetividad y la visión a mediano plazo para quedar detenidos en las derrotas consecutivas.
Lo que pasa es que ahora la navegación, excepto la de recreo, no es a vela, y por tanto existen previsiones, cartas de navegación, GPS, y por supuesto motores. Justo lo que parece que le falta al Táchira para despegar por fin y enrrumbarse hacia el éxito constante.

La violencia como vergüenza del fútbol

Eliminatorias del 2005 para el mundial de Alemania del año siguiente. Maracaibo en la noche, como la canción y las entradas compradas con antelación para el partido ante Brasil en el «Pachencho», que aún no había sido remodelado para la futura Copa América del 2007. 
En Venezuela jugaban Arango, Rey y Morán, contra el Brasil de Ronaldinho y Ronaldo. 
Terminó 2 a 5 pero eso fue lo de menos. No era nada extraordinario perder con Brasil así, aunque siempre había la esperanza de que una plantilla venezolana cada vez mejor en colectivo e individual, y más acoplada, trabajada y formada, pudiera tener por fin éxito ante un grande
Significó una vergüenza vivir la absoluta violencia física que precedió al partido, así como la violencia moral y política que significó el comportamiento de las autoridades ante un partido de futbol tan importante. 
El alcalde del Maracaibo (Di Martino), que disfrutaba de respaldo y respeto mostró esos días la verdadera estirpe de la que surgió, el verdadero material del que estaba hecho, la real extracción política que lo llevó a la Alcaldía. 
No valieron las entradas adquiridas o la asistencia en plan familiar al estadio. Hubo violencia en la entrada a las tribunas, en los espacios circundantes en los que se presentó incluso un tiroteo y hubo heridos de bala. 
Violencia por la reventa y sobreventa de entradas, que provocó el desbordamiento del aforo del estadio ante la mirada impasible de los organizadores, del propio alcalde y de la FIFA. Apretujados, expuestos al riesgo de una estampida, de una avalancha, de una catástrofe que provocaría una desgracia. 
La violencia política que significó el descarado apoyo del alcalde y de la población a ese Brasil, formado por los más grandes jugadores del mundo en esa década, y que se manifestó en el reparto de camisetas verdeamarillas y otras mitad amarillas, mitad vinotinto, así como la disposición de un gran cartelón en la cima de la curva norte en la que se daba la bienvenida a la selección de Brasil. 
Un acto de irresponsabilidad que he recordado hoy cuando la violencia se ha hecho presente en forma de reyerta en la previa del partido Atlético de Madrid – Deportivo de La Coruña, que ha provocado un muerto. 

La batalla en Madrid

La batalla ocurrida en la ribera del Manzanares fue totalmente premeditada, planificada y convocada por los llamados «ultras», seguidores acérrimos de los clubes. Estos grupos componentes de la «cultura» futbolística mundial apoyados absolutamente por los propios clubes como instituciones, responsables de su manutención, soporte, promoción y patrocinio, constituyen en definitiva una tumor maligno en la organización futbolística que deberá ser extirpado.
Son formados por individuos inconscientes, confundidos y carentes de la formación y del sustento ético, moral y educativo que permiten apreciar la vida, considerar el riesgo y respetar el espacio personal ajeno.
Ven el fútbol como una excusa para exteriorizar la violencia tribal primitiva. 
Los clubes, equipos, «instituciones», pretenden con su promoción y apoyo, mostrar rasgos de fortaleza hacia sus rivales, sembrando el temor tanto fuera como dentro del campo. Es parte de la historia del futbol en cualquier torneo en la mayoría de los países. 
Es lo que explica que los clubes promuevan, apoyen, patrocinen y faciliten la presencia de estos grupos, que en Europa se llaman «ultras» y en América, «barras (bravas)«. Los clubes prestan sus instalaciones, otorgan áreas, donan espacios en las gradas para su ubicación estratégica cerca de los contrarios, y en las sedes para reuniones y para guardar el «material de animación», material que por otra parte un aficionado cualquiera tiene prohibido introducir al estadio.
La hipocresía de los administradores, presidentes, dirigentes, políticos, permite la proliferación y crecimiento de este tumor maligno. Sólo el compromiso y la acción directa contra los grupos ultras o barras bravas podrá execrar esta enfermedad y sanear el fútbol para que vuelva a ser un evento que merezca ser visto y apreciado por lo que es. 

Mi Táchira debe cambiar

Una persona que conozco con la que compartía profesión nos ha dejado de manera trágica haciendo lo que le apasionaba. Practicaba ciclismo con la fe del aficionado genuino e inmaculado, con las ganas de gastar kilómetros y probablemente seguir la estela de sus ídolos.

Una mañana terrible un camión sirvió de arma destructora de una vida y una familia, que al final viene a ser lo mismo. Como ha pasado muchas veces, y como muchas veces hemos lamentado aun sin conocer a la víctima, a esa persona que está haciendo cosas buenas, cosas elevadas, para quienes la providencia parece no tener consideración, le viene una fatalidad sin buscarla.
Hoy sigo penando y pensando en Lucho, el doctor Quiroz, a quien tenía muchísimos años sin ver separados por la distancia y por la divergencia de derroteros diferentes. 
Pienso en los caminos de la vida, en las fatalidades que trastornan la vida de San Cristóbal, ciudad a la que me siento unido por mis orígenes, y porque mi familia cercana sigue allí. Tengo la convicción de que es una región que ha dado mucho y puede dar mucho más en el rumbo de proporcionar felicidad y bienestar a sus habitantes. Conocer otras tierras en Venezuela y el exterior me ha demostrado que nuestra tierra era de enorme valía y podría seguir siéndolo, pero necesita muchísimo esfuerzo de recuperación. 
Lo que le ha pasado a Lucho nos afecta a muchos, porque nuestra gente está expuesta al peligro de una sociedad anárquica y alienada, crispada y contaminada, fuente de grandes faenas y de grandes personas, de transformaciones locales y sobre todo, de engrandecimiento del país al que pertenece el Táchira, sin pedir nada y sin recibir nada a cambio, más que el abandono y desdén del centro.
Pero también el deterioro social se ha asentado y parece consolidarse, como en el resto del país, produciendo situaciones que pasarían por surrealistas para cualquier desprevenido, pero que pertenecen al mundo absolutamente real.
Lo que le pasó a Lucho es resultado de la exposición exacerbada al riesgo permanente y aumentado de sufrir en la calle lo que debería ser un evento infrecuente y raro en un país o una ciudad decente.
Pero no existe esa ciudad decente. Ese es el problema, el grave problema que sufre Venezuela. La miseria humana, la ausencia de respeto ciudadano, la corrupción absoluta.
Es necesario reconocer el problema y empezar a corregirlo desde ahora. Mañana será tarde. 
Iniciar cambios pequeños, que parecen insignificantes, pero en conjunto tendrán un efecto potenciador y exponencial. Habrá mucha resistencia, será difícil, pero probablemente servirá para cambiar. 
Quizás empezar por hacer una ciudad amigable, en la que el peatón se sienta cómodo, en la que el ciclista pueda circular seguro. Una ciudad en la que se respete los pasos de peatones, los semáforos y existan carriles para bicicletas o ciclovías. Esas que debe tener la capital del ciclismo. 
Es el mejor homenaje a las víctimas de atropellos, físicos y morales, y sería el principio del cambio, en San Cristóbal, el Táchira y Venezuela. 
Y así lograremos la verdadera salida.

La falta de continuidad

Me da pena ver que año tras año, torneo tras torneo, se manifiesta la falta de continuidad deportiva. Dos derrotas seguidas, una de ellas en casa, y la eliminación en Copa Venezuela, hacen trastabillar los anhelos de los verdaderos aficionados, así como de aquellos que no siéndolo tanto, pujan porque nuestro Deportivo Táchira recupere la solidez y el respeto nacional.

Se que ha sido un traspiés en lo que hasta ayer parecía una sólida campaña que por fin nos llevaría a ganar un torneo con holgura y sin aspavientos. Sin el miedo del soplo en la nuca de los perseguidores, que al final, si nos pasan y ganan, será porque lo merecen, pero también porque hemos aflojado en etapas como la de ahora. Esa falta de fuelle.
El fuelle, como lo llamamos, lo da una estructura compacta y fuerte. Tener «fondo de armario», tener recambios en la banca que suplan las posibles debilidades o pérdidas de balance individual que normalmente ocurren en torneos de envergadura, torneos exigentes, largos o de ambas características.

Pero el fondo no solo lo proporciona tener calidad en la titular y en la suplencia, sino también la entereza, la personalidad, la fortaleza psicológica y física para afrontar viajes, canchas defectuosas, potreros, presión mediática o aficiones hostiles.
Tropezar no significa caer, pero si se cae hay que tener fuerza y ánimo para levantarse y seguir. Esa es la diferencia entre los grandes equipos y los clubes término medio. Estos últimos ante la primera adversidad entran en una espiral de errores, fallas y derrotas que los lanzan a lo profundo de la tabla, a zonas donde no es posible aspirar a más que terminar el campeonato para ir a preparar el otro, y con suerte evitar el peligro del descenso.

Se nos atraganta la Copa Venezuela

El Deportivo Tächira es el equipo grande de Venezuela, de eso no hay duda. Es la verdadera institución futbolística del país, con cierto nombre hecho fuera de las fronteras. El crecimiento de algún equipo de la capital y del oriente ha permitido equilibrar un poco las fuerzas que mueven el mundo futbolístico venezolano, pero Táchira por historia y tradición sigue siendo el referente.
En algún post antiguo se había comentado y preguntado acerca de la trayectoria del Táchira en la Copa Venezuela, esa que se ha pretendido siempre institucionalizar en nuestro país, con tan escasos antecedentes y falta de solidez, a la imagen de Europa. Esto es así de evidente por el hecho de que cuando en esta Tierra de Gracia había Copa Venezuela y Torneo Nacional, o Liga Mayor, o simplemente Liga, en el resto de los países de sudamérica, más futbolísticos, no existía un torneo similar, como tampoco había segunda división ni ascenso o descenso. Táchira ha ganado la Copa Venezuela una sola vez, en 1982, pero ha sido subcampeón en 4 oportunidades.
La Copa Venezuela ha sufrido transformaciones, cambios de nombre, sustituciones e incluso estuvo a punto de desaparecer de la historia venezolana, pero ha sido la perseverancia la que la ha mantenido, quizás impulsada en sus inicios por las mismas motivaciones que tuvo la existencia de la Liga. Las raíces europeas de los primeros federativos y dueños de equipos que han querido imitar la estructura de los campeonatos europeos.
El asunto es que ganar la Copa Venezuela en los 80 no daba ningún prestigio ni mucho menos acceso a un torneo internacional. Los equipos o clubes tampoco eran lo suficientemente sólidos ni estructuralmente robustos como para afrontar dos torneos simultáneos, además de la falta de estadios en condiciones, y la ausencia de suficiente afición y respaldo publicitario o de patrocinio.
Entonces por un lado la afrontabas con todo el esfuerzo y la dedicación, o simplemente la dejabas pasar. Ahora puedes asumirlo de la misma manera, sólo que en la actualidad ganar la Copa Venezuela da un cupo a la Sudamericana. No solo eso sino que la mayor exposición mediática y la mayor cantidad de público pendiente del futbol de Venezuela hacen que caer en un torneo como éste reste prestigio y respeto.
Pero es evidente que al Táchira se le atraganta la Copa.

Indignación por la derrota del Tächira en Copa Venezuela

A veces se nota la indignación en la calle, pero ahora es notoria en las redes sociales. Después de la derrota ante Carabobo, en el partido de ida de los cuartos de final de la Copa Venezuela 2014, las redes sociales hervían en improperios y mensajes poco edificantes sobre el juego del Deportivo Táchira, que jugando de local no fue capaz de resolver un partido a su alcance.
Por supuesto la respuesta del Director Deportivo fue directa y sobria, hay que decirlo, porque las cosas se prestaban a provocación y reacción iracunda, o al menos subida de tono, pero no, la cosa fue manejada de la mejor manera, porque es verdad que no se resolvió el partido, pero habría que reconocer que hubo llegadas y que el Táchira es en este momento el equipo más sólido de todo el universo futbolístico venezolano.
Yo creo que la remontada es posible, que hay equipo para seguir adelante y que hay que esperar a la vuelta para hablar.Que se recuerde que es el Táchira el que está jugando.
Lo que realmente molesta es la nueva profanación del Templo. Así el esfuerzo para que el público llene Pueblo Nuevo como se merece es y será mucho mayor.