Luego de un comienzo auspicioso, alcanzando el liderazgo del Torneo Clausura 2013, agrandando las esperanzas de la afición tachirense sobre la base el cambio de cuerpo técnico y de actitud, el Deportivo Táchira ha empezado a trastabillar y desbarrancar, descendiendo progresivamente en la tabla de posiciones, en la que ya llegó al noveno puesto, como en los torneos recientes.
De la crónica del partido, publicada por Meridiano, aparte de la humillación que conlleva el enterarnos de que Pueblo Nuevo es profanado, que nuestro equipo cae de manera humillante y rotunda, es notoria la displicencia con la que se está afrontando este torneo.
Parece que los jugadores y cuerpo técnico, ante los buenos resultados iniciales, hubieran aflojado y se hubieran confiado, apoyándose en el nombre, en los antecedentes del club, y no en el esfuerzo que corresponde hacer, cuando todavía no habían ganado absolutamente más que algunos partidos y faltaba buena parte del torneo.
Es notoria, y no había que ver el partido, la falta de fortaleza defensiva, la dejadez de las líneas. Es un problema que surge desde el planteamiento táctico impuesto por el técnico, si es que alguno hay. Se sabe que la defensa comienza en la línea delantera, que la presión a la salida es necesaria, que el cuidado del tercio medio del campo para evitar la creación del equipo contrario es fundamental y que por supuesto la línea defensiva, independiente de los hombres que la conformen, tiene que estar bien armada. Nada de esto parece estar ocurriendo en el Deportivo Táchira, que ha empezado a perder puntos básicos, como los que se llevó el Deportivo Petare.
Hay alguna cosa en este equipo, de los grandes y «vacas sagradas» del fútbol venezolano, que parece que ya alcanzan la madurez, que se alejan de esas endemias aquejantes y lastrantes de equipos menos sólidos, pero que terminan cayendo, y de peor manera, en el marasmo, en el pantano, en el limbo, como aquellos que salen del infierno que sea, mental o físico, pero vuelven a caer, por arriesgados o por debilidad emocional pura.
Así es posible que pasemos todavía algunos años esperando la recuperación del prestigio y la consecución de algún título, pero lo que considero más importante, que se logre la solidez y la fortaleza, el volumen y el crecimiento, que impida estar siempre al borde del abismo o el andar por un barrial profundo y enlentecedor, que nos deje en medio de ninguna parte.
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