La reivindicación de género

Isabel Coixet ha ganado el premio Goya a la mejor dirección. Todo en medio de una «gala» ¡otra vez! reivindicativa. Hablemos de la constante reivindicación de más espacio para la mujer solo por serlo.
Es políticamente incorrecto criticar esto: El sentido de requerir un derecho, un privilegio, un premio o un trabajo solo por ser.
Hay ámbitos, áreas laborales, profesiones en las que es evidente la falta de presencia femenina. En medicina por ejemplo, la gran mayoría de los estudiantes y de los residentes de postgrado son mujeres. Sin embargo, esta preponderancia de género no se traduce en puestos de dirección, tanto en niveles medios como en altos.
No obstante yo creo en el mérito y en la formación más que en el derecho impuesto. Sé que hay una deuda. La actitud de menosprecio hacia la mujer era generalizada hasta prácticamente ayer.
Insisto en que no hay razón para la discriminación a la inversa. Es algo tan pernicioso y peligroso como la situación denunciada. Tan perjudicial es evitar el ascenso o el acceso de la mujer a salarios, puestos o áreas por la única circunstancia de su sexo, como favorecerlo solo por esa razón. El ascenso y la asignación de roles debería fundarse en la capacidad del individuo. Lo mismo es aplicable a la remuneración o al premio.
Es irrespetuoso para con las mujeres y para con la humanidad en general. No quiero que me designen para una tarea o para ser remunerado, solo porque soy latino, negro, mujer u homosexual.
Tener 10 ministros y 10 ministras, 200 diputados y 200 diputadas, igual cantidad de consejeros que consejeras no garantiza la excelencia, si por designar esos hombres y mujeres en igualdad numérica, se deja fuera a individuos mejor calificados. No solo calificados académicamente. No solo meritorios en términos de currículo. También pueden quedar fuera individuos cuyas cualidades intangibles o no medibles sean adecuadas para la tarea o tareas a realizar.
La discriminación inversa no conviene e incluso es perjudicial.
No vale decir que hasta ahora se ha elegido, designado o colocado hombres en demasía. Que de esa mayoría, solo unos pocos han servido y los demás estaban por ser hombres, excluyendo mujeres válidas. Cometer el mismo error ahora no aporta nada a la «lucha por la igualdad». Se comete el mismo error si se designan mujeres solo por serlo, porque de la cantidad surgirá la calidad.
Es necesario recordar también el papel que juega el individuo en la productividad y los beneficios del proceso económico.
El objetivo debería ser que en cada puesto, en cada decisión, el o la mejor estén involucrados y comprometidos.

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