La falta de información sobre el estado de Chávez

Lamentablemente – o afortunadamente -, dependiendo de la perspectiva desde la que se mire, esta muy lejos en la memoria la cultura noticiosa e histórica que rodeaba la muerte de los líderes de la Unión Soviética. Asistí a través del filtro propio de las agencias de noticias y el aún más denso tamiz de las salas de redacción de televisoras y periódicos de un pequeño y marginal país de Sudamérica a las desapariciones sucesivas de Leonid Breznev, Konstantin Chernenko y algún otro más.
No es una situación desconocida la que ocurría en esos regímenes denominados totalitarios. Por el contrario era habitual y considerada característica de estos, el que la muerte o desaparición de sus líderes estuviera rodeada de misterio y nebulosidad, aunque no dejaba de significar mucho el contraste con la aparente libertad y transparencia en la información a los ciudadanos que por esos días asumíamos en occidente.

La cosa iba más o menos así: el líder máximo empezaba por hacer apariciones progresivamente escasas, hasta sólo comunicarse supuestamente a través de terceros o de comunicados, única fuente posible de información en la era previa a la globalización, ubicuidad y fragmentación de las comunicaciones, vale decir, antes de internet, facebook, twitter y demás recursos. Luego surgían los rumores en la población cercana, se extendían a toda la nación las historias y finalmente filtraban a través de las fronteras, aunque no dejaban su esencia clandestina, fantasiosa y no contrastada, lo que les proporcionaba fascinación, interés, morbo y poca o mucha credibilidad, según la propia percepción del receptor.

Había hecho el propósito de evitar postear sobre Chávez y la revolución bolivariana, con la intención de que cuando lo hiciera tendría el largo aliento y la profundidad del análisis y la comprensión del proceso venezolano. Como ese no es mi objetivo en este momento seguiré otro rumo por el momento.

El asunto es que ahora mismo la incertidumbre es la palabra que mejor define el estado de información de la situación del presidente – para algunos no – de Venezuela. No es mi idea entrar en la ciénaga de la discusión estéril acerca de mi idoneidad para enseñar a veteranos y curtidos periodistas la consecución y el seguimiento de la noticia. No pretendo demostrar la excelencia o la mediocridad de un grupo profesional. Lo que pasa es que, desde la humilde y lejana localidad de este patio de butacas, de esta platea, de esta tribuna, no veo que las señas del coach de tercera sean cogidas por el designado, o que la táctica del equipo contrario sea entendida.

En resumen, me parece sorprendente que, en una ciudad como Caracas, y en una sociedad como la venezolana en la que no hay supuestamente represión, no haya una fuga de información desde el entorno del régimen, con lo dados que son ciertos personajes a difundir rumores por el orgullo propio de quien es dueño de alguna verdad, ni que esa información haya llegado a oídos de algún periodista o comunicador social, como ahora les gusta llamarse.

Apenas este primer domingo de marzo de 2013 el diario El Nacional de Caracas publicó un artículo acerca de las limitaciones para el acceso a la información sobre la hospitalización de Chávez, el fuerte blindaje de todo tipo al que está sometido el piso 9 del hospital donde supuestamente se encuentra recluido, y asoma algunas razones por las cuales es posible que no se filtre información al exterior.

Es posible que todo lo mencionado en el artículo sea cierto, o gran parte de ello, pero también es una posición hasta cierto nivel cómoda e incluso irresponsable el publicar notas y artículos completos con detalles basándose sólo en rumores y sin fuentes contrastadas o contrastables, al menos en el caso del corresponsal del diario ABC de España en Washington. Ni siquiera el propio corresponsal en Caracas ha tenido algún acceso o alguna nota referente a este tema. Sin embargo, o quizás por eso y por la posición política del mencionado periódico, uno encuentra cierto sesgo en lo publicado por el señor corresponsal.

El otro periodista que se supone más informado, Bocaranda, tampoco ha estado muy preciso en sus informaciones, pero al menos él asegura que tiene fuentes en el entorno gubernamental y militar. Del médico «mayamero» ni hablemos.

Es bastante frustrante que ni siquiera «la amiga de la prima de la madre de alguno» de los soldados que custodian la puerta de la escalera que lleva al ascensor que va al piso 9, o «el cuñado del primo del amigo de la camarera» que limpia las habitaciones del piso 9 existan como fuentes. Alguien tiene que estar limpiando esas habitaciones, sirviendo comida o preparándola, recogiendo la ropa sucia o cambiando sábanas del paciente o del personal cercano. Ese alguien tiene que vivir en algún sitio, tendrá familia e incluso un precio. Por algún sitio tienen que estar entrando los visitantes allegados, la comida, la ropa, etc.

Cualquiera puede imaginar que un periodista dedicado y pertinaz, además de perspicaz, utilizaría todos los medios, lícitos y no tanto, para obtener alguna información y ofrecerla. Es una labor de detectives, es un trabajo peligroso seguramente, pero su resultado tendrá y permitirá aclarar muchas cosas, o no.

De otra manera habría que rendirse ante la perfección alcanzada por los para mí desconocidos Servicios Secretos venezolano y cubano, tanto si Chávez está en Venezuela como si no. Llegar a tal grado de hermetismo probablemente sea equiparable a la Inteligencia del régimen al que me referí al inicio, y eso es mucho decir.