La crisis

Muchas quejas y pocas soluciones. Parece haber una costumbre de adaptación a la situación, como consecuencia de la baja intensidad de la acción del agresor sobre el sujeto de la misma. En general es ver el efecto y no pensar en la salida, aunque sea cercana y asequible, alcanzable. Ahora oigo a Carlos Herrera en Ondacero. Está en Miami, Florida, y comenta acerca de la situación económica en esa ciudad de Estados Unidos. Además de ser un tipo objetivo, que queda bastante bien demostrado cuando, a la pregunta de cómo ha afectado la situación a Miami dice con buen criterio: «Llegué hace apenas 2 días». Sin embargo, ha tenido tiempo de darse cuenta de las diferencias de oferta y precios entre esa ciudad y España. Hace comparaciones entre pisos o apartamentos, y entre cenas en sitios relativamente caros.
Gran parte del problema que tenemos en España tiene que ver con la confianza. Las crisis económicas de manera cíclica e intermitente están relacionadas con el exceso de confianza o con la falta de ésta. La entrada en el círculo vicioso de declaraciones y actitudes erráticas, incómodas, poco claras, o incorrectas, incumplimiento de compromisos, falta de crédito, falta de financiamiento, falta de dinero y desempleo, es consecuencia de la falta de confianza que va creando cada etapa y cada vuelta del círculo, hasta que se llega a la parálisis.
Convendría promover desde las instituciones y autoridades – públicas y privadas, económicas e intelectuales – la recuperación de la confianza, mediante acciones concretas y no solo predicaciones. Esto no parece ser cuestión de derecha o izquierda, liberalismo o conservadurismo, aunque la actitud de los tenedores de dinero sea temerosa y podría decirse conservadora.
El emprender es explorar y asumir, correr riesgos, luchar contra adversidades y diseñar rutas deseablemente correctas para lograr objetivos y finalmente, el éxito.