La caída del Muro

En 1972 Polonia ganó la medalla de oro en fútbol en los Juegos Olímpicos de Múnich. Fueron aquellos Juegos en los que un comando terrorista secuestró y mató a deportistas israelíes en la Villa Olímpica, aquellos en los que, a pesar de mis 5 años de edad empecé a tomar conciencia del mundo libre, el terrorismo, el Medio Oriente y la Cortina de Hierro.
Polonia terminó en tercer lugar en el Mundial de Alemania dos años después, con la misma selección, al ganar a Brasil el partido por ese puesto después de una dura semifinal contra Alemania en un literalmente anegado estadio. Enfatizó en lo de «la misma selección» porque detrás de la cortina de hierro no había deporte profesional, aunque los deportistas se dedicaran profesionalmente al mismo. Mientras en el resto del mundo había una clara separación entre aficionados o amateurs y profesionales, en el este de Europa, la Unión Soviética, China, Cuba, etc, no.
La verdad es que en cierto modo había posiciones hipócritas de lado y lado.
Nunca tuve simpatía por el mundo comunista, el mundo de las «repúblicas populares», de los soviets, de Cuba. Para mi «socialismo» sonaba antes a restricción, pobreza, falta de oportunidades, mundo gris, y falta de esperanza.

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Cuando las selecciones de ciclismo de Polonia, URSS y Cuba en los años setenta visitaron mi tierra para participar en la Vuelta al Táchira, mi padre sirvió desinteresadamente como enlace de los polacos – yo creo que no había más polacos en todo el Táchira -, haciendo de traductor. Con 10 u once años veía como estos deportistas disfrutaban y se regocijaban como niños de lo que para nosotros era una vida normal.
Así que de primera mano tenía testimonios de lo que era la vida al otro lado del muro. Los deportistas en esos estados eran privilegiados. Tenían acceso a medios de comunicación, recursos, productos y culturas que el resto de sus conciudadanos no tenían. Ni siquiera sus propios familiares. Por tanto deberían ser los menos dados a quejarse, pero se quejaban. Se notaba que la vida no era agradable del otro lado.
En la siguiente década ocurrió la movilización y caída del propio régimen polaco por la fuerza de los ciudadanos, por el impulso de solidarnosc.

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Como bien se ha calificado, el acontecimiento de la caída de Muro de Berlín en 1989, hace 25 años, marcó un hito en la historia mundial. Simbolizó el fin de un régimen fallido a pesar de su larga y excesiva presencia. Era difícil entender la magnitud del acontecimiento, que el mismo ocurriera sin violencia, y que fuera posible que la fuerza de la gente, de los ciudadanos lograra la apertura de esa frontera física y cultural.
Hay dos cosas que me cuesta aceptar. Una de ellas es la existencia de nostálgicos que añoren la vida en esos países, desdeñando la libertad de decisión y la igualdad de oportunidades para subrayar el igualitarismo raso y sin futuro.

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La otra cosa es que se pretenda ensuciar una de las fechas mas importantes y de mayor significación histórica con otro tipo de eventos y llamados a ninguna parte, al limbo, a la falta de respeto a la democracia.
Porque ahora Europa debe marcar la estela de la unión, eliminar fronteras, y entender que todos somos iguales aunque haya singularidades.