Historias de espías

Las historias de espías existen. Los «encargos» y los agentes de servicios secretos diversos son un activo en funciones. Es un recurso vigente a pesar del transcurrir del tiempo.
En una historia que parece sacada de cualquier novela de LeCarré o Forsyth, El Pais de España publica una crónica acerca de la prescripción de una orden de búsqueda de dos agentes franceses interceptados en suelo español en 2004.
Uno de los individuos del país del hexágono fue interceptado y detenido por un control en una localidad de Cataluña. Detenido porque en el maletero del automóvil hallaron un arma de precisión con mira láser y otros artilugios de esos que se ven en películas de acción.
El otro de los agentes o sicarios fue capturado luego de ser localizado en una cabina telefónica desde la que llamaba al primer detenido.
El tema puede dar para mucho más. Hay grandes incógnitas, como por ejemplo, el objeto o sujeto de su presencia en suelo español, porqué el servicio secreto francés destacó a esos hombres en España, o el interés de España en encubrir la operación.
Es probable que exista una o más razones para evitar la exposición de motivos, aparte de la obvia, es decir, la solidaridad y compromiso mutuo como miembros de la Unión Europea.
Entre las cosas que no esclarece el artículo están el paradero de los franceses, la posición actual de los jefes del Servicio Secreto francés y del teniente coronel de la Guardia Civil que intervinó en el caso, o la posición de los gobiernos involucrados.
La resolución del asunto en el ámbito práctico es interesante: Llamadas entre Madrid y París, y compromisos de palabra. Las cosas siguen manejándose de esa manera entre los verdaderos entramados de poder. Palabras y promesas. Nada escrito y con víctimas colaterales con o sin mayores consecuencias.