Elección uninominal, listas y movimientos asamblearios

La elección uninominal en cargos de representación política fue el estandarte de campaña de las reformas sistémicas llevadas a cabo en la mayoría de las repúblicas americanas en los años ’80. Entre comisiones para la reforma del estado (Venezuela) y procesos constituyentes (Colombia), varios países experimentaron un viraje progresivo desde la elección por lista cerrada a la absoluta elección nominal por circunscripciones. Estos cambios fueron anunciados como conquistas necesarias para dar solidez democrática e institucional al proceso de desarrollo del país.

Aunque algunas repúblicas latinoamericanas se manifestaban política y constitucionalmente federales antes de que ocurriera este proceso, en la práctica eran claramente centralistas y unitarias. Otras de esas repúblicas aceptaban de entrada su estructura constitucional centralista. Los gobernadores provinciales o estatales eran elegidos por el presidente de la república, a su vez los gobernadores designaban a los alcaldes o a quien fungiera de autoridad municipal y las elecciones generales incluían a concejales, diputados regionales, diputados y senadores al congreso nacional en listas cerradas.

La descentralización

El proceso de descentralización concedió mayor poder a la ciudadanía, formaba parte de la descentralización que transfería poder político y económico a las regiones históricamente débiles y carentes de influencia en las decisiones que las afectaban, y permitió el surgimiento de fuerzas políticas que adquirieron voz en el concierto nacional. En sistemas presidencialistas con tres poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) bien definidos e independientes – en teoría -, los gobernadores provinciales empezaron a ser elegidos entre candidatos verdaderamente representativos, que podían ser miembros o no de los partidos tradicionales. Los diputados regionales representan a circunscripciones definidas por ámbito geográfico y demográfico, de modo que el poder ejecutivo se somete al control del parlamento y este legisla de manera independiente del gobierno local o nacional.

Sistema parlamentario

Europa en general ha optado por un sistema que a mi me parece imperfecto – para ser indulgente. Se elige una lista de un partido, grupo de partidos, o grupo político. Ahí entran los partidos tradicionales, grupos ecologistas, grupos personalistas, o amalgamas más o menos coherentes y pseudohomogeneizadas que luego pueden o no eclosionar o implosionar, combinaciones oportunas u oportunistas alrededor de un líder «de ocasión», o «al uso».

Es necesario enfatizar en este momento que se vota por la lista, no se elige de la lista. Es una sutil pero fundamental diferencia. En consecuencia, a más votos, más personas de la lista entran como candidatos electos al ayuntamiento, al parlamento regional o al congreso nacional, que son los órganos que eligen a los respectivos gobiernos locales, regionales o nacionales. En tanto sistemas parlamentarios, el líder de la mayoría o de la coalición ejercerá lo que corresponde en otros países al poder ejecutivo, es decir, el gobierno como presidente, primer ministro, etc.

La tendencia es que la campaña política determine que el líder de cada lista sea la cara de la misma, y el reclamo a los ciudadanos como candidato aparentemente uninominal. Pero con él se elige un colectivo de mayor o menor cantidad de miembros que no tienen más compromiso real que el de servir a su partido, aunque sirvan también a los ciudadanos ideológicamente afines. Miembros de lista de quienes no se conoce méritos o defectos que permitirían a cada ciudadano sopesar su idoneidad para legislar y controlar al gobierno, que son los fines básicos del parlamento en las democracias de este tipo. ¡Demasiado bien se comportan ante esta obscuridad que rodea su ingreso como miembros del parlamento!.

Ideología y decisión en asambleas

Representar la vocación ideológica parece un argumento tan válido como representar a una circunscripción. Cierto es que un diputado conservador en el sistema uninominal, por ejemplo, ejercería la representación de toda una circunscripción cuyos ciudadanos son ideológicamente heterogéneos, pero lo mismo puede plantearse en el caso de un sistema en que la lista más votada sea conservadora, progresista o de centro. No creo que exista un sistema perfecto, porque incluso los sistemas asamblearios como los que ahora se están propugnando, no son absolutamente democráticos ya que dependen de la participación de todos los miembros de la «asamblea» con igualdad de oportunidades, sin sesgos ni favoritismos. En las asambleas con frecuencia habrá un individuo o grupo oligárquico que pretenderá o logrará asumir la autoridad de la asamblea, determinando la tendencia de la misma.

El esquema de asambleas requiere también un mecanismo a través del que se logre establecer firmemente el acuerdo a poner en práctica, sobre todo en asuntos conflictivos. No siempre se logrará la aclamación por mayoría de todas las propuestas, así como tampoco el rechazo mayoritario. Las decisiones requieren suficiente información previa y argumentaciones bien fundamentadas que la mecánica asamblearia no garantiza.

Es probable que las fuerzas predominantes en términos económicos, políticos e incluso físicos sesguen las decisiones y las acciones de la asamblea, lo que perjudicará a las minorías o a los individuos más débiles, o probablemente determinen derivas erróneas en la evolución política o económica de un complejo político-social.