El incidente Hollande

Monsieur Hollande se ha metido en un lío, no porque quisiera, sino por la repercusión periodística mediática que ha tenido el asunto. Ha despertado una nueva arista en esa difusa frontera entre la vida pública y la privada.
Es notable la cresta de opiniones y reacciones que han surgido en el océano político y en el público en general. Hace reflexionar acerca de los alcances de la exposición política y qué importancia tiene sobre la gestión de un funcionario público su conducta en el ámbito privado.
En una república presidencialista el primer funcionario público tiene obligaciones que van más allá de los horarios convencionales y de las limitaciones propias de un cargo pagado por todos. La función pública implica servicio a la ciudadanía, determinada por la soberanía que reside en el pueblo. Es un principio democrático. Pero la presidencia de la república, así como tiene privilegios, también conlleva obligaciones mayores. Está sujeta a la rendición de cuentas y al escrutinio popular ejercido a través de la representación legislativa y contralora.
También por principio el presidente debe ser honesto y así lo jura al asumir el cargo. Es necesario para el correcto funcionamiento del estado, del cual la presidencia es un poder básico, que la confianza se sustente y se mantenga.
Lo que se puede interpretar de la conducta reciente de Hollande es la necesidad del engaño, la alevosía, la cautela y la clandestinidad para alcanzar una satisfacción personal o dar lugar a un sentimiento que puede ser legítimo personalmente, pero cuya consecución no parece tan franca, honesta y sincera. El asunto es que el alcance de sus fines personales parece solaparse con los fines del estado, de un estado que además es una de las potencias mundiales.
¿En qué momento y situación se deja de ser presidente de una república para ser una persona anónima? ¿El presidente o el senador o el diputado de una república deja de serlo durante los fines de semana o en las noches? ¿Pierde los privilegios, las condiciones y obligaciones inherentes al cargo? Parece que no y de hecho a cualquier hora puede tomar decisiones que afectan a la república, por lo que a cualquier hora, en cualquier minuto se es presidente de la república.
No obstante la evolución histórica mundial ha mostrado que casos como éste han ocurrido con más frecuencia de la que sabemos o queremos saber. Gobernantes, reyes, presidentes, mandatarios, dictadores, ministros, generales, comandantes, envueltos en affairs o en relaciones extra-matrimoniales francamente estables, reconocidas por la opinión pública de sus respectivos países, o totalmente secretas, sólo sospechadas o de plano negadas o la mayoría de las veces ignoradas.
En mayor o menor grado la historia en general y el ejercicio de gobierno en particular se ha visto por lo menos expuesto a la sombra o a la luz de este tipo de factor, como también lo ha sido a muchos factores diferentes, tales como los consorcios económico-financieros, comerciales, políticos, o fraternales. Así que es difícil establecer una diferencia entre el peso de una relación de amistad extrema sobre la toma de decisiones, y el de una relación conyugal o extra-marital.
Sin duda Hollande ha corrido un gran riesgo exponiendo su persona y por tanto su cargo al peligro de la violencia geopolítica. Se ha planteado incluso una especie de conspiración que involucraría al ministro del interior, potencial aspirante al cargo del Elíseo. Mediante múltiples conexiones y decisiones indirectas que abarcaría a diversos agentes políticos, por carambolas controladas aunque suene paradójico, la carrera política puede descarrillar o ser impulsada al éxito. Vuelven a surgir interrogantes: ¿A quién interesa que esto se supiera?¿Quién avisó a los paparazzi? ¿Qué tiene que ver un tipo considerado miembro de la mafia en toda esta trama, más allá de ser el propietario de un apartamento sorprendentemente apropiado para las andanzas nocturnas de Monsieur Hollande? O todo es simple coincidencia y no hay que dar mayor importancia a este evento que distrae a la opinión pública francesa de lo realmente subrayable, el recorte de 60 mil millones de euros en el presupuesto francés.