Desinformación y parainformación

A raiz, y en razón del proceso que vive Venezuela, y además, de ver desde fuera con la inmunidad y la frialdad que concede la distancia y los años, es preciso hacer consideraciones acerca de la información que se ofrece y que llega a los individuos que se interesan por este país.
Alguien requería objetividad acerca de lo que pasa en Venezuela, ahora que llega un nuevo proceso electoral, sobre el cual diversas encuestas ofrecen desde triunfos inexcusables de Chávez hasta empates técnicos.
Pedía objetividad en el análisis, cosa que tiene grandes dificultades especialmente para unos venezolanos que justamente han dejado el país en busca de mejores condiciones para su familia y para sí mismos.
Es necesario un gran esfuerzo para considerar 14 años de historia y quitar emociones, sentimientos y prejuicios, para entender y explicar qué pasa en ese país sobre el cual más gente de la que se cree vuelca vista y oídos, es decir, los receptores en busca de ese Reality de la política que ocurre allá, al norte de América del Sur.
Es evidente que hay información y desinformación. Información sesgada, de manera involuntaria pero también de forma tendenciosa. Muchas de las personas que se oponen a Chávez ni siquiera son capaces de explicar su enfrentamiento activo y pasivo a lo que él llama «Revolución». Los que le apoyan, tampoco tienen muchos fundamentos para confrontar. Incluso creo que son menos sólidos desde el punto de vista argumental y filosófico, pero basan su fortaleza en la realidad diaria.
Con Henrique Capriles pasa lo de siempre con un candidato que se opone a aquel que se proclama representante genuino de la izquierda original. Recibe el rótulo de miembro de la derecha, de la oligarquía y de la burguesía sedienta de recuperar sus privilegios perdidos gracias a esa «epopeya» romántica que ha sido la revolución.
¿Ha hecho algo bueno el gobierno de Chávez? Es una pregunta simple, pero es justo lo que busco, ponerlo en términos simples. Sin disgregar ni ramificar el discurso para terminar en conclusiones incomprensibles o demasiado elaboradas.
Las propuestas de Chávez antes de alcanzar el poder eran lugares comunes en el pensamiento político de la Venezuela socialdemócrata de los 60 y 70. Es fácil buscar el origen del mezclote que constituye su perfil ideológico en las propuestas consensuadas de los dos principales partidos políticos que dominaron la política venezolana durante 40 años desde la caída de la dictadura de Perez Jiménez. Si bien el partido social-cristiano es y era más de derecha en el espectro, tanto Acción Democrática (social-demócrata) como Copei (socialcristiano o demócrata-cristiano a la usanza alemana) orbitaban el centro del espectro, procurando políticas tanto estatistas como de libre empresa. Chávez no fue ajeno al efecto que sobre la educación tuvo este perfil político imperante. Además, el teniente coronel se formó en su período básico primario como en secundaria en la época del desarrollo petrolero, el mundo bipolar, la «Gran Venezuela» y la apertura del chorro de petrodólares con todos los beneficios y perjuicios, impulsos y distorsiones que éste creó en la economía venezolana.
Hablamos entonces del idealismo reformista de Chávez en referencia a educación, salud, desarrollo económico, social y cultural. Muchos de los venezolanos que eligieron por primera vez a Chávez en 1998 habían recibido durante años un bombardeo literal de mensajes anti-sistema, románticos, rompedores, promotores de la antipolítica, y basaron en eso su decisión de elegir al candidato que representaba esas «cualidades», el candidato impoluto, el hombre militar «heroico» y por definición honesto e incorruptible.
Cómo explicar el surgimiento de una figura como Chávez en la década de los noventa del siglo veinte sin el proceso que le precedió. Cómo hubiera sido posible sin los procesos educativos y sociales presentes en la vida venezolana de esos años. De qué manera sustentar su lanzamiento a la vida política sin tomar en cuenta la marcada influencia de cierta élite intelectual que contribuyó a lanzar el mensaje de la mierda en la que se sumergía Venezuela.
¿Ha hecho algo bueno el gobierno de Chávez? Probablemente la inclusión social, en tanto reconocimiento de una población. Probablemente desde mi punto de vista el constatar que Venezuela no es el 10 o 20% de clase media y alta que tiene y hacia la que está dirigida la vida del país, sino el 80% de clase pobre que la conforma, con sus manifestaciones culturales e interacción social. Población que durante años se excluyó y se apartó de la vida del país, que aunque contaba con medios para llegar, no los supo utilizar o no los quiso, o simplemente les fue impedida su utilización por esas clases excluyentes. Es paradójico decir que contaba con los medios y al mismo tiempo estaba excluída. La educación es un recurso básico para el desarrollo de un país, pero la falta de acceso o la negación de este último termina traduciéndose en dominación y marasmo social.
Es paradójico también decir que hay exclusión cuando justamente un niño de un pueblo perdido del llano venezolano, hijo de un maestro y una vedel de escuela rural llegó a ingresar a la escuela militar – proceso de los más exclusivos que hay – y ascendió por méritos hasta el grado de comandante o teniente coronel, sin discriminación por su condición económica, racial o cultural. Hay muy pocos países en America Latina en los que el ingreso a los grados militares superiores no estén supeditados a la condición social y al tráfico de influencias del aspirante y de su familia.
Veamos con objetividad:
Educación: Las escuelas integrales con doble turno y comedor escolar.
Salud: El programa de atención primaria Barrio Adentro.
Economía: Diversos planes de desarrollo propuestos, incluyendo los «5 motores» y el «eje Orinoco-Apure» para el desarrollo del sur del país y la diversificación industrial.
Ninguno de estos 3 programas funciona hoy de manera adecuada, pero tampoco son ideas originales. Muchísimo antes de oir de Chávez, en nuestro Liceo (educación secundaria) ya eran temas frecuentemente planteados y discutidos, como lo eran en los ámbitos de educación superior y en los generadores de políticas públicas, como intervenciones estatistas para promover el desarrollo del país en un entorno de altos ingresos por la renta petrolera.
El sistema de atención primaria es deficiente, y es una copia del programa de medicina simplificada del ministerio de Sanidad en los años 70, cuando la escasez de personal sanitario profesional y las grandes extensiones y de difícil acceso requerían la presencia al menos de un personal sanitario con formación media capaz de atender procesos simples y derivar o referir a los centros de mayor preparación técnica y profesional. Además es paralelo al sistema tradicional y ni siquiera cuenta con registros estadísticos serios que permitan por tanto la elaboración de presupuestos y programas dirigidos a corregir problemas de salud reales.
Es probable que solo pueda mostrar como bondades de la estancia de Chávez en el poder la formación de conciencia política, la modernización de ciertos procesos burocráticos, y en términos específicos la re-introducción de los comedores escolares en el sistema educativo. Es necesario aclarar que algunos de estos procesos de modernización han sido impuestos por la pertenencia a organismos internacionales como UNESCO, ONU, etc., más que por propia iniciativa u originalidad del actor gobernante. Objetivamente no es posible mostrar otras instancias sin explicar al mismo tiempo su mal funcionamiento e inoperancia acompañados del estallido de la corrupción a niveles nunca antes vistos y difíciles de entender para individuos que se encuentren en otras sociedades del mundo desarrollado.
Huelga lo demás en un país que depende en un 90% de las importaciones, incluyendo las alimentarias, y del flujo obsceno de dinero inorgánico producto de la inter-relación contable entre el dólar americano y la moneda nacional. Un país que además tiene un alto índice de inseguridad ciudadana y de impunidad legal.  Ninguna de esas 3 «bondades» del gobierno de Chávez es suficiente para promover la permanencia por 6 años más de un hombre que ha sido responsable del mayor deterioro social de Venezuela.

Capriles
Vendido como derechista, neoliberal, oligarca, burgués, y hasta nazi. En Venezuela la «Derecha» real es escasa y tiene muy poca representación política y social. Incluso los partidos que son catalogados recientemente como de derecha, realmente tienen más de centro que de otra cosa, más de socialdemocracia que de real conservadurismo. Esta discusión ni siquiera era existente hasta los últimos 10 años, como tampoco existía realmente la dicotomía derecha-izquierda. Todos los partidos eran más o menos de izquierda, todos tenían más socialismo que liberalismo, unos en mayor grado otros en menos. Capriles ha demostrado en sus acciones de gobierno local y regional (gobierno de estado) que su pensamiento no es de derecha, por lo que no requiere que entremos en las profundidades filosóficas de la discusión.
Pero si fuera de derecha, no sería un pecado.
Ese es el punto: la posibilidad de seguir y predicar y gobernar desde el punto ideológico que asuma el pueblo con el control del pueblo.