La selección de Venezuela le ha ganado a la de Jamaica en Chicago en su primer partido de la Copa América Centenario. Además de la gran satisfacción que produce el propio resultado, este sirve para reflexionar.
Confieso que tenía mi temor, por lo demás bien fundado, acerca de este encuentro. Con los jamaiquinos las cosas no han ido bien en los enfrentamientos anteriores. Bueno, esa es una afirmación que se puede decir de Venezuela contra cualquier selección del mundo. Lo que pasa es que las expectativas ante equipos de la CONCACAF siempre son mayores. Se considera a esta una confederación débil. Como Venezuela juega en la CONMEBOL, se supone que debería estar al menos un escalón por encima de las selecciones del Caribe.
La realidad siempre nos lanzado contra el muro del fracaso. Partidos correosos, en los que se desnudan las falencias de conjunto y de juego siempre insuficiente.
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Con esporádicos triunfos, Venezuela por lo general termina claudicando ante rivales presumiblemente menores.
Hay cosas, sin embargo, que es necesario reconocer. No pude ver los partidos amistosos de preparación desde que Dudamel es técnico vinotinto. El partido ante Jamaica mostró cosas interesantes que nunca había visto, o hace tiempo no veía en el planteamiento y estrategia.
Creo que esta es la mejor generación de futbolistas que ha tenido Venezuela en su historia. Supera con excepciones a la de Arango o Rey. El recorrido internacional que tienen los jugadores actuales no lo tuvieron, por distintas circunstancias, los de procesos anteriores. Es balsámico oír a los comentaristas españoles hablando con conocimiento, y además bien, de varios – ¡Sí, he dicho varios! – de los jugadores vinotinto.
Es verdad que era Jamaica, y que sus jugadores acostumbrados a arbitrajes permisivos de Premier y MSL, pero también hábiles, son fuertes y llenan espacios. No obstante Venezuela durante largos períodos manejó los tiempos, puso pausa, controló el balón y el juego, y llegó sin trastabillar ni jugadas fortuitas.
Mereció la pena ver que había trabajo en los saques de esquina y los tiros libres. Más valió la pena ver que las jugadas funcionaban. Siento que no terminaran en gol, pero vi un planteamiento mucho más serio y resolutivo en esta selección.
Lo más sorprendente fueron varios pasajes en los que había más de 10 pases a uno o dos toques, con los jugadores siempre bien colocados y desmarcando para ofrecer opciones. Eso sí es nuevo en la selección de Venezuela.
También lo es evitar la desesperación y manejar el resultado, como lo hicieron. Claro que contra Jamaica, tal como se puso el partido, correspondía más aprovechar la ventaja numérica y dejar el partido, así como el grupo casi resuelto.
Eso sí, el grado de inseguridad que transmitió la defensa venezolana, con excepción resaltante de Rosales, fue algo que también teníamos años sin experimentar. Una exhibición de torpeza, descoordinación y pobreza de recursos ante las carencias en velocidad, habilidad y entendimiento entre centrales. Mención aparte para Feltscher, quien fue de largo el merecedor de la peor calificación. Desentonó totalmente. Los despejes a cualquier lado parecían de un partido de finales de los 70.
Todo esto aún me hace dudar del papel ante México y Uruguay. Si la defensa sigue así, a preparar el saco para los goles.
México demostró anoche que parece por fin dispuesto a asaltar la cima, como le corresponde. Tiene los argumentos y el trabajo, así como el respaldo de una organización y un torneo de calidad.